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Vehemente, Círigo intenta convencer sobre expulsión de López Obrador

Falla intento de socialdemócratas de concretar el divorcio pactado
 
Periódico La Jornada
Sábado 11 de julio de 2009, p. 8

La consigna del grupo Nueva Izquierda (NI) –encabezado por René Arce, Víctor Hugo Círigo, Ruth Zavaleta y Fernando Belaunzarán– contra Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard no fructificó, a pesar de las descalificaciones al interior del partido del sol azteca.

En encuentro a puerta cerrada, el pequeño grupo que se hace llamar socialdemócrata emitió su postura sobre la crisis poselectoral derivada de la segunda mayor derrota del PRD desde su fundación.

El contenido de las cuatro cuartillas que leyó Víctor Hugo Círigo en la reunión realizada en un hotel de Paseo de la Reforma no concitó mayor respaldo del resto de la corriente de los chuchos; la animadversión contra el ex candidato presidencial se manifestó a todas luces en el texto.

En el colmo de la desvergüenza, el jefe real de ese grupo (Izquierda Unida), Andrés Manuel López Obrador, decidió hacer campaña por el PRD sólo en las entidades donde su facción tiene mayoría, que son el Distrito Federal y Tabasco, y en el resto lo hizo en favor de PT y Convergencia, a los que apoyó también con espots en radio y televisión. Sin embargo, no alcanzó a llegar siquiera a 6 por ciento con esos partidos; fue el principal factor de división de la izquierda.

En voz de Círigo, uno de sus dirigentes, quien no ha dejado de ocupar cargos públicos, que van desde diputado local, delegado y ahora diputado federal electo por segunda vez, los socialdemócratas de Nueva Izquierda pretendieron aminorar su responsabilidad en la debacle y continuaron emprendiéndola contra López Obrador porque, “en el colmo del cinismo –señalaron–, el principal responsable de la división manda a sus peleles, algunos del PT, como Porfirio Muñoz Ledo y Juanito, a pedir la renuncia del presidente del partido y a mostrarse muy indignados con los resultados (electorales), cuando en el fondo se lamentan de que éstos no hayan sido peores”.

Incluso, Círigo, quien junto con su hermano René Arce controla a los socialdemócratas, avizoró al ex candidato presidencial fuera del sol azteca: “Para que la diferencia sea constructiva (entre el PRD y el resto de los partidos) se requiere que haya normas de convivencia y mecanismos para procesar decisiones que sean asumidas por todos, y no existe ninguna posibilidad para que López Obrador participe y cumpla con las resoluciones de los órganos de dirección… La unidad es deseable, pero López Obrador la ha hecho imposible”.

El rosario de descalificaciones alcanzó incluso a Marcelo Ebrard, porque seguimos esperando que el jefe de Gobierno muestre la mínima independencia respecto de su antecesor. Si (Ebrard) no hubiera intervenido con todo el aparato de gobierno en las elecciones internas y no se hubiera empeñado en exterminar a su disidencia, sería factor de unidad partidaria.

A pesar de la vehemencia que imprimió a su lectura, Círigo no convenció a la dirigencia de Nueva Izquierda, mucho menos al resto de sus militantes. Se quedaron solos abanderando la propuesta de un divorcio pactado para dividir a la izquierda orgánica en dos y así continuar gozando de las prebendas económicas que esto arroja.