Vulgares criminales
lo mataron, asegura el cardenal Ortega
Sábado 18 de julio de 2009, p. 19
La Habana, 17 de julio. Una multitud conmocionada y llorosa despidió hoy con un aplauso al asesinado sacerdote español Mariano Arroyo Merino, poco después de que el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, pidiera en la catedral que no crezca entre nosotros la violencia
.
Durante más de 40 minutos los dolientes desfilaron por el pasillo central del templo ante el cadáver de Arroyo, tras lo cual Ortega ofició la misa de cuerpo presente.
Al final de la ceremonia, el féretro salió en hombros, en medio de emociones desbordadas de hombres y mujeres, de jóvenes y ancianos, que se unieron a la procesión para llevar al ataúd hasta la carroza fúnebre, a dos cuadras de distancia.
Ortega oró por lo que tanto necesita nuestro pueblo, para que no crezca entre nosotros la violencia, para que se frenen los instintos primitivos que empañan la vida social, para que realmente el pueblo cubano conserve esos valores de amistad, de simpatía, de acogida, que el padre Mariano tanto apreció y gustó
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El crimen de Arroyo, muerto a los 74 años, como el de su amigo, colega y compatriota Eduardo de la Fuente, de 59, ocurrido en febrero pasado, sacudió a la comunidad católica, pero ha impactado también al resto de la capital cubana, a pesar de que los medios informativos no han dicho palabra de los casos.
Los delitos o hechos de violencia no se informan públicamente en Cuba, salvo algunas excepciones, por lo que no hay datos disponibles para reflejar con certeza su magnitud. En los homicidios de los sacerdotes, además de su condición religiosa, ha llamado la atención la saña de los victimarios.
Aludiendo a que le quemaron las palmas de manos y pies, Ortega dijo que los detalles de la tortura a que fue sometido el padre Mariano, de la crueldad desplegada por sus asesinos para llevar a cabo tal acción criminal, nos llevaban a todos los que conocimos, tratamos y quisimos a este sacerdote ejemplar, del estupor y la tristeza a la indignación y al ansia de esclarecer tan terrible injusticia
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Arroyo recibió varias puñaladas en el pecho y en la espalda. De la Fuente también fue apuñaleado y, además, estrangulado, su auto apareció incinerado en un lugar distante.
El cardenal agradeció a las autoridades el trabajo policial para detener a los presuntos homicidas de ambos sacerdotes y ratificó su apreciación de que son dos hechos sin conexión entre sí, obra de vulgares criminales
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En Cuba hay unos 360 sacerdotes y unas 750 religiosas, de los cuales cerca de la mitad son extranjeros.
Originario de Santander, en el norte de España, Arroyo era conocido como un hombre culto, emprendedor, siempre dispuesto a ayudar a la gente y apasionado del sincretismo religioso yoruba o santería, que conjuga la devoción afrocubana con el catolicismo.
Arroyo y De la Fuente hacían un círculo de amigos en el que también estaba Isidro Hoyo, de 75 años, párroco del barrio periférico de Alamar, quien tenía previsto viajar esta noche a Madrid, acompañando al cadáver de Mariano.
Los tres desarrollaron una fuerte vocación social y escogieron vivir entre los pobres. De la Fuente visitaba cárceles en España y montó un albergue para inmigrantes. Hoyo fue abogado de Comisiones Obreras, el sindicato fundado clandestinamente por los comunistas durante el franquismo.