Ya circula el segundo número de la revista literaria Los Suicidas, de periodicidad trimestral, fundada por escritores veinteañeros que carecían de lugar donde publicar o que no se sentían identificados con la oferta editorial existente.

Explica Hernán Sarquis, coordinador editorial, en entrevista previa a la presentación de esta segunda entrega correspondiente a julio, dedicada a la literatura policiaca: “Los Suicidas no es más que un vehículo para expresarnos, no pretendemos descubrir el hilo negro de la literatura; somos jóvenes y escribimos, eso es todo”.

La mayoría de los colaboradores tiene entre 25 y 30 años de edad. Sin embargo, dice por su parte César Tejeda –director editorial– no se pretenden representativos de una generación ni los unen afinidades estilísticas o conceptos literarios: La mayor riqueza de la revista es que somos muy diferentes.

El nombre de la publicación, explican, es un homenaje indirecto a Roberto Bolaño, cuya novela Los detectives salvajes transcurre en buena parte alrededor de una botella de mezcal de esa marca: los suicidas.

Suicidio comercial

La idea, explica Tejeda, también es vaciar de contenido la palabra suicidas y resignificarla.

Sabían, como dijeron durante la presentación, que un título así representaría un problema para algo tan importante como la comercialización de la revista: Bimbo nunca se anunciaría con nosotros.

Lo que no previeron los editores fue la mortificación que representaría para sus propias madres. Por eso tuvieron que pedir perdón públicamente.

Por lo demás, saben que el nombre les queda. Alguien se los dijo: Lanzar una revista literaria en México, a inicios de 2009, es un suicidio comercial, por lo menos. Estuvieron de acuerdo.

Llama la atención favorablemente que un grupo de jóvenes crecidos y formados en la era de Internet y de la omnipresencia de la imagen, estén apostando por la literatura, pero además en un soporte de papel.

Es evidente, acepta Hernán Sarquis, que Internet ha cambiado el mundo de las letras, pero la palabra publicada en papel va a estar vigente siempre: para nosotros es importante ese contacto físico con el papel.

Más aún, complementa César Tejeda, es una apuesta por lo libresco, si bien tenemos una edición virtual en Internet, creemos que el soporte físico es muy importante, incluso para nuestra generación. Internet es una herramienta, pero ninguno de nosotros ha leído un libro en la red.

Le da la razón Alejandro García Abreu, consejero editorial de Los Suicidas: Siempre he preferido la literatura en soporte físico, no hay nada como darle la vuelta cuidadosamente a la hoja de un libro; por eso apostamos a lo casi artesanal, pero en la edición en línea metemos los materiales que no caben en la edición en papel.

Los editores de Los Suicidas presumen de estar apadrinados por plumas consagradas como las de Carmen Boullosa, Paco Ignacio Taibo II, Daniel Sada y Rafael Pérez Gay, quienes a la vez son sus colaboradores.

Cada número es temático. El primero estuvo dedicado, obviamente, al suicidio; el segundo, a la literatura policiaca.

Un primera aproximación, deja ver una revista visualmente atractiva; en sus contenidos irreverente, escéptica, lúdica, políticamente incorrecta (qué bueno), inteligente, fresca, bien escrita. Distinta.

Texto de la cantante Fey

En la sección Caras vemos, escritores no sabemos, de Los Suicidas, sorprende encontrarse con un texto de Fey, ¡sí, la cantante y compositora de baladas rosas! Su escrito se titula Sin pedir disculpas: la mujer fatal y el cine.

Lo menos que se puede decir es que Fey es una mujer de ideas, que desarrolla con plausible claridad, más allá de que se esté o no de acuerdo con ellas. Si escribe, necesariamente lee. Lo confirman una serie de citas al final de su artículo.

En una de ellas desliza un reclamo sutil: Desde el disco vértigo, comencé a escribir canciones con mi hermano. Bajo el disfraz del pop, se puede decir lo que se quiera. Es impresionante cómo la gente no pone atención.

La presentación del segundo número de Los Suicidas se llevó a cabo la noche del jueves en el Bar Motolinía, en el Centro Histórico.

Además de Sarquis, Tejeda y García Abreu, participaron la actriz Camila Selser y el escritor Jorge F. Hernández.