Sábado 25 de julio de 2009, p. 21
Roma, 24 de julio. Las conversaciones privadas del primer ministro italiano Silvio Berlusconi con una acompañante, que han acaparado la atención de los italianos toda la semana, podrían terminar complicando la situación del político con autoridades arqueológicas locales.
En una de las transcripciones de sus supuestas conversaciones con Patrizia D’Addario, publicada en una página de Internet italiana, Berlusconi se jactó que su villa en Cerdeña cuenta hasta con un puesto de helados y lagos artificiales.
Aquí encontramos 30 tumbas fenicias (de alrededor) del año 300 antes de Cristo
, se le escuchó decir.
El último archivo de audio fue colocado en la página en línea del diario L’Espresso el jueves pasado e inmediatamente elevó el interés de la oposición y la comunidad arqueológica.
Esta semana la página de Internet del semanario difundió grabaciones de conversaciones entre Berlusconi y D’Addario, de 42 años, quien dice que ella y otras mujeres recibieron dinero para asistir a fiestas en la residencia de Berlusconi en Roma.
De acuerdo con la ley italiana, los descubrimientos arqueológicos realizados en propiedades privadas deben ser reportados ante las autoridades para una inspección, catalogación y posible excavación.
Periódicos italianos publicaron este viernes que las autoridades de patrimonio cultural en Cerdeña no sabían nada sobre el descubrimiento, que arqueólogos calificaron de gran hallazgo si se confirmara
.
El opositor Partido Democrático pidió que Berlusconi o el ministro de Cultura, Sandro Bondi, acudan al Parlamento a informar sobre el supuesto descubrimiento y expliquen por qué no se hizo público.
La asociación nacional de arqueólogos manifestó que no sabía nada sobre los restos arqueológicos, pero si existieran podría revelar muchos aspectos de las primeras civilizaciones de la isla mediterránea
.
Los fenicios fueron comerciantes con asentamientos o colonias en muchas partes del Mediterráneo. Sus orígenes se remontan a alrededor de 2 mil 300 antes de nuestra era y fueron perdiendo esplendor hacia la primera parte del siglo I.