La Orquesta por la Paz que fundaron Barenboim y el escritor Edward Said cumple 10 años
no tiene solución militar
El director artístico propone escuchar al prójimo y tener el coraje para entender el relato del otro
Después de los conciertos conmemorativoos en España, se presentarán en Suiza y Alemania
Jueves 6 de agosto de 2009, p. 4
Madrid, 5 de agosto. Hace 10 años, el músico Daniel Barenboim y su amigo y cómplice intelectual Edward Said (1935-2003) caminaban por las calles de la ciudad alemana de Weimar mientras hablaban de uno de sus recurrentes temas de conversación: la irracionalidad y persistencia de la guerra que carcomía sin piedad a sus pueblos.
Barenboim –argentino e israelí– y Said –palestino y estadunidense– recordaron unos versos de Goethe, invocaron su sed de aprendizaje –a los 60 años aprendió el árabe dialectal– y pensaron en iniciar ahí, en la ciudad que representa la historia alemana en todo su esplendor, pero también en toda su crueldad
, un proyecto sin parangón.
Así nació la West Eastern Divan, también conocida como Orquesta de la Paz, donde se reúnen bajo la batuta de uno de los músicos más relevantes a escala mundial –Barenboim– decenas de jóvenes atrilistas originarios de Palestina e Israel.
Y trabajan para hacer posible la alquimia de la música, eso que en palabras de Jordi Savall es la última esperanza para encontrar puntos de diálogo y entendimiento
.
Desde 1999, la West Eastern Divan ha encontrado su leitmotiv: descubrir el hallazgo de la música sinfónica y todos sus recovecos a noveles músicos, pero al mismo tiempo convertir a la música en la vía para transformar el estruendo de las bombas y su reguero de sangre y destrucción en un sonido armonioso que comunique al mundo que la paz es posible. Que pueblos hermanos como el egipcio, el palestino, el judío, el sirio o el iraquí no tienen irremediablemente unido a su destino la guerra y el odio.
Apoyo de la Junta de Andalucía
Después de tres años de inestabilidad y de la incertidumbre que supone el inicio de un proyecto de esa magnitud, Barenboim, Said y sus jóvenes músicos encontraron el manto protector que les ha permitido concentrarse exclusivamente en crear música, en fomentar el diálogo entre pueblos y en divulgar los entresijos de los instrumentos y sus sonidos.
Ese manto protector fue el apoyo de la Junta de Andalucía, de un gobierno socialista y de izquierda –primero de Manuel Chaves y recientemente de José Antonio Griñán– quienes destinaron y destinan cuantiosos fondos para mantener con vida esta aventura y, además, cada año les prestan las instalaciones de un antiguo convento en la localidad de Pilas, donde ensayan y conviven los integrantes de la orquesta.
En estos 10 años, la West Eastern Divan se ha visto sacudida por pérdidas dolorosas y, algunas irreversibles. La más importante, la muerte en 2003 de uno de sus fundadores, Edward Said, colaborador de La Jornada y uno de los intelectuales más lúcidos de su época. Su deceso dignificó aún más el proyecto, que lejos de diluirse se fortaleció por el empeño de Barenboim y de la viuda del escritor palestino, Mariam Said.
La Orquesta de la Paz ha tocado en muchos países, pero sin duda entre los conciertos que más han fortalecido su carta fundacional fue el que dieron en 2005 en Ramala, Palestina, que sacudió las conciencias de miles de personas y puso en aprietos a quienes hacen la apología de la destrucción y el odio.
El propio Barenboim, emocionado por el décimo aniversario del que es quizá su proyecto más querido, explicó que el conflicto no tiene solución militar, sino que hay que oír al prójimo. Y esa es una de nuestras dos conclusiones: la primera es que el destino del pueblo palestino e israelí es inseparable, y la segunda, como consecuencia, que no hay salida militar
.
Una obviedad que sin embargo ha provocado que la figura de Barenboim y sus jóvenes músicos sufrieran embestidas de los sectores ultraortodoxos y fanáticos de ambos bandos, que ven en la Orquesta de la Paz una amenaza a sus dogmas.
Barenboim insiste: La situación actual no puede seguir: se debe encontrar un modo de salir de aquí aportando condiciones resolutivas al conflicto a largo plazo. Pero hay que tener coraje para aceptar el relato del otro, o al menos para entenderlo, pues ésta es una tierra para dos pueblos; no hay uno con más derechos que otro. Aunque no sé adónde vamos a llegar así, mas que al pozo del sufrimiento y la tragedia humana
.
Precisamente uno de los pilares filosóficos sobre los que se sostiene un proyecto como la West Eastern Divan es una máxima en la que creía hasta el final el propio Said y, por supuesto, su amigo Barenboim: Todos somos iguales ante la música
. De esa idea, sencilla pero al mismo tiempo profunda y auténtica, fueron tejiendo un proyecto en el que ya ha participado más de un millar de jóvenes atrilistas.
Exclusión en Madrid
En la actualidad, la orquesta cuenta con 103 integrantes, de los cuales 43 son árabes de Palestina, Egipto, Siria, Jordania y Líbano; 37 israelíes, 18 españoles y cuatro de otras nacionalidades.
Para celebrar su décimo aniversario, la West Eastern Divan ofreció dos conciertos en Sevilla –su ciudad de adopción–, en el primero interpretaron las obras Les Préludes, de Liszt; Preludio y Muerte, de Tristán e Isolda, de Richard Wagner, y la Sinfonía Fantástica, de Berlioz.
En el segundo interpretaron la versión en concierto de la ópera Fidelio, de Beethoven, acompañados del Orfeón Donostiarra, en el que se incluyó la lectura de algunas obras de Edward Said, para rendir homenaje a la memoria del intelectual palestino-estadunidense.
La segunda parada de la gira de la Orquesta de la Paz fue en Madrid, precisamente la noche de ayer, donde las autoridades locales –del derechista Alberto Ruiz Gallardón– se empeñaron en situar el concierto en un sitio reducido –lo que provocó el caos de la organización y el malestar de las personas–, además de que el lenguaje universal y humanista de Barenboim y sus músicos fue opacado por el empecinamiento de los funcionarios madrileños en cerrar el concierto a la mayoría de los medios extranjeros, incluida La Jornada.
Después del caos de Madrid, la Orquesta de la Paz viajará a la ciudad vasca de San Sebastián, para posteriormente trasladarse a Ginebra, Suiza, y a Austria donde darán cuatro conciertos como parte del Festival de Salzburgo, tres más en Londres y finalmente interpretarán parte de Tristán e Isolda en el prestigioso festival wagneriano de Bayreuth.
La gira de la West Eastern Divan demostrará el virtuosismo y calidad musical de sus integrantes, pero sobre todo difundirá otra de las máximas de Edward Said y Daniel Barenboim:
“El problema es que la mayoría de la gente, incluida la gente culta, sigue pensando no ya que la música es elitista, sino también que no pasa de ser más que una combinación más o menos bonita de sonidos. Sin embargo, es mucho más que eso: la música, como creación humana que es, alberga siempre un mensaje que nos habla precisamente del ser humano.
“Un mensaje que no sólo varía en cada obra, sino que dice cosas diferentes a cada persona, e incluso nos puede transmitir mensajes distintos en momentos distintos.
Cuando seamos muchos los que reconozcamos esto, será atendida como uno de los elementos esenciales en la formación del ser humano.