Opinión
Ver día anteriorJueves 6 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Fracaso del proyecto educativo del GDF

Otra peripecia de la guerra federal contra la ciudad

U

no de los proyectos más ambiciosos del gobierno de la ciudad de México, que tenía como objetivo dar la vuelta a otro de los hechos de injusticia que comete el gobierno federal en contra de la capital, ha muerto. La descentralización educativa es, ahora, un simple asunto para el archivo.

La especie ha corrido en algunos pasillos del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, y se ha confirmado en la misma Secretaría de Educación Pública, que primero bajo las órdenes de Josefina Vázquez Mota, y hoy hecha un desorden con la participación de Alonso Lujambio en el puesto de secretario, pero dominada por Elba Esther Gordillo, impidieron que la descentralización se cumpliera en la ciudad de México.

Hay quien culpa al ex secretario de Educación, Axel Didriksson, del fracaso del proyecto que se inició con fuerza e idea al comienzo del gobierno de Marcelo Ebrard, y que hoy se ha hundido miserablemente, en medio de un silencio que levanta todo tipo de sospechas.

La Secretaría de Educación en esta ciudad se creó con esa premisa: dar al gobierno de la ciudad la posibilidad de manejar las políticas educativas para sus habitantes, y también, no hay que olvidarlo, el presupuesto que eso significa.

Si es verdad que se abandonó el proyecto, por las causas que hayan sido, el fracaso del Gobierno del Distrito Federal es mayor. Sólo comparable con los ataques de la Conagua, que encabeza el yunquista José Luis Luege, la SEP se convirtió en enemigo de los habitantes de la ciudad, que en buena cantidad esperaban la puesta en marcha de un programa alternativo de educación que hoy parece estar perdido.

Durante la gestión de Didriksson, en cuando menos cuatro ocasiones se pidió por los conductos oficiales a la SEP federal que se iniciaran los contactos requeridos para llevar a efecto el traslado de los quehaceres educativos al Distrito Federal. Nunca hubo respuesta. Simplemente se ignoró la petición del gobierno de Marcelo Ebrard, que de cualquier manera siguió con su proyecto.

El asunto es, se diga lo que se diga, totalmente político. No se pude explicar de otra manera que después de 17 años no se concrete la descentralización en favor del Distrito Federal, única entidad del país que no maneja la educación para sus habitantes.

No hay pretexto que sirva para justificar este otro rasgo de desigualdad por parte de Calderón hacia los citadinos, pero como se trata de un asunto, como dijimos, con muy altas dosis de conflicto político, la negativa de la SEP federal, y lo que parece el abandono de la lucha por parte de Ebrard, encuentran en esa perversión un escollo imposible de salvar.

Hay más de 5 mil escuelas en la ciudad de México, y el monto de recursos que se maneja para mantener el supuesto sistema educativo asciende a más de 27 mil millones de pesos. Esa parecería, entonces, la gran dificultad política. Pero ¿dónde está la preocupación por los estudiantes y por el futuro de la capital?

Compactar la Secretaría de Educación del Distrito Federal debido a los problemas económicos que enfrenta la administración local puede justificarse, pero si la dependencia ya no sirve para lo que fue creada, la situación económica es apremiante y la lucha se abandonó, ¿para qué forzarla a subsistir? Si se trata de ahorrar lo lógico sería desaparecerla, ¿no les parece?

De pasadita

Como en la vieja canción, a los microbuseros les quitarán la vereda, pero la querencia ¿cuándo? Y es que nada más hay que verlos salirse del carril confinado en contraflujo de la avenida Cuauhtémoc, por ejemplo, para darnos cuenta de que no cambiarán. Si para los conductores de autos privados causa una muy grande multa invadir esos carriles, ¿por qué no existe una sanción para los microbuseros? ¿Dónde está la policía que debería vigilar y cargarles la multa a que se hacen acreedores?