Opinión
Ver día anteriorMartes 11 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La Torre Eiffel
L

a Torre mira París. Visitar la Torre es ponerse en el balcón para percibir, comprender y saborear una cierta esencia de París. Y en este sentido la Torre es también un monumento original. Normalmente, los miradores son puntos para mirar la naturaleza y los elementos que la conforman: aguas, valles, bosques, reunidos debajo de ellos, de manera que el turismo de la bella vista implica indefectiblemente una mitología naturista. La Torre, en cuanto a ella, da, no sobre la naturaleza sino sobre la ciudad; y no obstante su posición como lugar de visita, la Torre hace de la ciudad una forma de naturaleza; constituye el hormigueo de hombres en paisajes, añade al mito urbano, a menudo sombrío, una dimensión romántica, una armonía, un alivio. Gracias a ella, y a partir de ella, la ciudad se acerca a los grandes temas de la naturaleza que despiertan la curiosidad de los hombres: el océano, la tormenta, la montaña, la nieve, los ríos. Visitar la Torre no consiste entonces en estar en contacto con un entorno histórico sagrado, como es el caso con la mayoría de los monumentos; sino más bien en una nueva naturaleza del espacio humano: la Torre no es rastro, recuerdo, en fin cultura, sino más bien el consumo inmediato de una humanidad que se convierte en algo natural por esta mirada que la transforma en espacio.

Vista, objeto, símbolo, la Torre es todo lo que el hombre pone en ella, y este todo, es infinito. Espectáculo mirado y mirando, edificio inútil e irremplazable, mundo familiar y símbolo heroico, testigo de un siglo y monumento siempre nuevo; objeto inimitable y sin cesar reproducido. Ella es el signo puro, abierto a todos los tiempos, a todas las imágenes y a todos los significados, la metáfora sin freno. A través de la Torre los hombres ejercen esta gran función de lo imaginario, que es su libertad, dado que ninguna historia, tan oscura como fuera, nunca pudo llevársela.

(Texto incluido en el libro Oda a Eiffel, de Carmen Parra.)