espués del triunfo arrollador del PRI a escala nacional en las elecciones del 5 de julio –con las excepciones de Baja California, Baja California Sur, Distrito Federal, Michoacán, Tlaxcala y Zacatecas– es indispensable que los ganadores y los perdedores de los comicios concluyan el proceso de reflexión a que se sometieron, con el fin de hacer un recuento cualitativo y encarar el futuro con mayor certidumbre para diseñar con oportunidad sus nuevas estrategias, y articular iniciativas y propuestas de las reformas que requiere el país. Urge acelerar el paso porque el tiempo está encima y ha llegado la hora de las definiciones.
Aún no se sabe a ciencia cierta quiénes serán los líderes de las diferentes bancadas ni se conocen los integrantes de las comisiones.
Cada partido político hace su propio juego en medio de sus luchas intestinas. Ya se vio que la clasificación aquella de las tribus no es exclusiva del PRD, pues en todas las organizaciones políticas se cuecen habas y también en todas coexisten grupos de interés y de poder como las que con mayor énfasis se han dado en el partido del sol azteca, en el que las divisiones se han observado de manera tan ostensible y lamentable.
En el PAN, este tipo de manifestaciones no han dejado de presentarse, sobre todo desde que tomaron el poder federal, hace casi nueve años, pero se han recrudecido en fechas recientes, tanto por las peleas internas ante los acomodos circunstanciales, tras su estruendosa derrota y, además, por la lucha que están librando las corrientes blanquiazules en pos de la presidencia de ese partido, a la luz de la renuncia presentada por Germán Martínez luego de su hecatombe política.
En el PRI, con su mayoría absoluta en ciernes, se percibe la existencia de un dilema que se sustenta en saber si su presidenta Beatriz Paredes seguirá al frente del mismo o si ocupará próximamente el liderato de la mayoría parlamentaria. A su excelente desempeño al frente del partido tricolor –por sus cualidades de estadista y de mujer nacida para el ejercicio de la política– habrá que añadirle el reconocimiento general por la capacidad de operación, orquestación y coordinación de esfuerzos con los factores reales de poder dentro del propio PRI, en cuyo interior perviven distintas tendencias y enfoques, encabezados por talentosos gobernadores y líderes de distinto rango y tendencias, con los que la tlaxcalteca supo dialogar, negociar y conciliar para seleccionar y llevar a la mayoría de los candidatos del Revolucionario Institucional a la victoria. Acaso tal éxito aconseje la continuidad de la actual dirigente hasta que concluya su periodo estatutario en marzo de 2011, para que aplique la misma estrategia triunfadora durante 2010, año en el que se renovarán los gobiernos de 10 estados de la República, con sus municipios y congresos locales.
También hay quienes consideran que Beatriz Paredes puede ser una líder inmejorable de la mayoría parlamentaria, por sus virtudes mostradas con vastedad en ese campo. Su experiencia, capacidad y trayectoria son ampliamente reconocidos y, junto a ello, se valora lo que significará encabezar la bancada más numerosa con el respaldo de los diputados del PVEM en momentos cruciales para México, circunstancias que le serán de gran utilidad para hacer más fuerte su interlocución con el Poder Ejecutivo.
Beatriz Paredes, quien cuenta con un sólido prestigio internacional, ha sido senadora, gobernadora, embajadora, subsecretaria, dirigente campesina nacional, diputada local y federal, y en todas partes ha ejercido un liderazgo político indiscutible. Partidaria como es de una reforma del Estado que constituya una estructura política en la que se combinen los sistema presidencial y parlamentario, de sus empeños se esperaría un trabajo intenso en tal dirección, razón por la que se infiere que trae sus sentimientos encontrados, pues pareciera que su habitat político es precisamente el ámbito legislativo y parlamentario.
Si la tlaxcalteca se muda de tiempo completo al Palacio Legislativo de San Lázaro desde el primero de septiembre próximo para encabezar a sus correligionarios, ganará el Poder Legislativo, aunque se trunque el periodo de cuatro años para el que fue electa en 2007. Habría un proceso sucesorio adelantado con lo cual llegarían tácticas y estilos diferentes al comité nacional del PRI, que tendrían que probar su eficacia y eficiencia, luego de un exitoso y no fácil camino andado por Paredes con los factores reales de poder del tricolor y del país, lo cual le otorgó palmas y glorias indiscutibles.
Si, en cambio, se queda al frente del PRI, ganará el partido, porque le garantizará un liderazgo estable y atinado, de mucho trabajo con enormes posibilidades de obtener más triunfos en el futuro, dada su experiencia y los conocimientos que posee sobre la situación real del país. Una vez concluido su mandato de dirigente nacional podrá ocupar la presidencia de la Cámara de Diputados.
Si, como a últimas fechas se ha dicho, esto llegara a ocurrir, la Cámara de Diputados se perderá de tener una extraordinaria líder que le daría un gran brillo a la 61 Legislatura.
Cuando se haga público el acuerdo entre las fuerzas o las tribus del PRI a este respecto, el dilema de Beatriz Paredes se habrá disipado.