La candidatura de la señora Acosta
Derechos humanos pintados de azul
penas pasaba el mediodía del martes y la noticia se regó por todos lados un poco con asombro y un mucho con signos de alarma que, al correr de las horas, se convertiría en escándalo. Mariclaire Acosta, aquella que junto con Jorge Castañeda se encargó de promover el voto útil, como es sabido, y que en buena parte sirvió para que la desgracia de Vicente Fox cayera sobre México, estaba en la lista de quienes pretenden dirigir la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
De botepronto se empezó a decir que, sin lugar a dudas, la mujer será la candidata del PAN para ese puesto que, por alguna razón, además de la económica, ha levantado tanto interés en muchos sectores políticos de la ciudad.
No era posible, aseguraban en los círculos de las ONG, que una señora de tan nefasto pasado pudiera atreverse a buscar esa posición que, desde el periodo que termina, se ha convertido, más que en instancia ciudadana, en arma política al servicio del ombudsman capitalino.
Para los grupos políticos, la postulación no podía provenir de ningún otro lado que no fuera el PANñ a final de cuentas los servicios de la señora a los azules deberían tener algún valor, pero resulta que no fue así.
Para sorpresa e indignación de todos, y casi en todas partes, según nos comentan, Mariclaire Acosta tiene el apoyo del Gobierno del Distrito Federal, es decir, del mismísimo Marcelo Ebrard. La especie salió de las oficinas del gobierno central, donde parecía que nadie recordaba quién es la mujer que en los inicios del gobierno foxista fungió como embajadora en misión especial para los derechos humanos y la democracia. Ninguna mejor recomendación.
La cosa es que, aparentemente, la señora Acosta no tiene más apoyos, o cuando menos no se han dado a conocer, se dijo incluso que por ahí algunos afanositos, que nunca faltan, llamarían a Édgar Cortez para pedirle que declinara a favor de la ex colaboradora de Vicente Fox, pero el mismo Cortez desmintió el rumor y especificó que por ningún motivo ni razón dejaría la competencia por la CDHDF.
De cualquier forma, poco a poco la lista de quienes quieren llegar a la máxima posición dentro del organismo que se creó para combatir y hacer respetar los derechos humanos ante los abusos de la autoridad ha engordado hasta casi llegar al medio centenar, mientras que en la Asamblea Legislativa se busca armar una jugarreta por la cual sea está cámara local la que elija al nuevo ombudsman, y no como dice el reglamento, que quien debe decidir son los nuevos asambleístas, que se integrarán a su trabajo el 15 de septiembre, cuando rindan protesta.
Por el momento no se sabe a ciencia cierta qué es lo que se pretende con esa nueva jugada, ni quién podría ser el favorecido por los diputados salientes, pero hay quien asegura que cada fracción, en esa circunstancia, tendría su propio gallo. Total, lo único que se logrará es hacer más tortuoso un trámite que tendría que ser limpio y transparente.
Lo que no debe descartar, de ninguna manera, es que en el ánimo de las organizaciones, y tal vez también de los políticos, la nueva Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal debería ser dirigida por una mujer. ¿Será por eso que importaron a la señora Acosta, que hace rato no vive en el DF? Ya lo veremos.
De pasadita
Lo que sí ha quedado al descubierto, y resulta por demás interesante, es el número de organizaciones civiles o ciudadanas que existen en la ciudad. A un candidato lo apoyan más de cincuenta, a otra más de treinta, otro también trae en su morral, según declara, medio centenar, y así unos y otros. Al final será bueno tener en firme cuántas firmaron, cuántas repiten su apoyo a éste y otro candidato, y cuántas son de membrete. Ése es un trabajo para la araña. ¿No cree usted?