Sábado 15 de agosto de 2009, p. 6
Viven entre nosotros partituras que concentran toda la energía positiva posible para modificar para bien, absoluto bien, el transcurso de la existencia.
Varias de ellas las escribió Johann Sebastian Bach. Una música que eleva, serena, dignifica. Cura.
Las Variaciones Goldberg, tan plenas de misterio, encanto, irresistible espíritu amoroso, es una impronta cultural que fluye perenne.
El Disquero ha manifestado su predilección por la manera como Glenn Gould, para muchos el mejor pianista en la historia después de Liszt, dice esta música. No la interpreta, no la ejecuta, no la lee. La dice.
En este espacio se han reseñado las distintas rediciones de los tesoros que legó Gould, cuando decidió dejar las salas de concierto y encerrarse en los estudios de grabación. Tanto la versión inicial, de 1955, como la póstuma, en una diferencia/contraste/complimentación asombrosa. La primera en tiempo lento-rápido, la segunda en un tempo lento, tan lento como el vuelo de un colibrí, que vuela tan rápido que no se mueve.
Precisamente la primera versión de Glenn Gould embrujó de por vida al pianista italiano Andrea Bacchetti, quien la grabó recientemente y fue filmada tal venturosa aventura de manera que esta novedad discográfica aparece en una caja en formato dvd con dos discos, el primero con imagen, el segundo con el audio.
En el primero de estos discos se percibe con claridad la influencia de Gould en Bacchetti, entre otros matices su manera de fra-sear, de buscar y bucear en los océanos de posibilidades que brinda la partitura para ubicar la manera precisa de decirla. También, cuando ataca el teclado, de manera semejante a Gould, pero sobre todo cuando levanta los brazos y los hace ondear en el aire, volar. Danzar.
Ese primer disco contiene una breve entrevista con el pianista italiano: la música de Bach requiere concentración espiritual y física. Proporciona placer infinito, algo que no se puede expresar con palabras. Sólo se puede sentir
.
La manera como acomete esta música, explica Bacchetti, es lenta, calma, reflexiva. Mística
.
Cuando aborda las dificultades técnicas de esta partitura, resuelve: debe sonar despacio, ligero y fácil, aun en los pasajes más difíciles
.
La música de Bach, refiere, es la única que puede interpretarse en cualquier instrumento, debido precisamente a su logro mayor: entender una línea musical, controlar el sonido, construir una frase. Nadie perfeccionó tanto esos logros como Bach
.
Una demostración del aserto anterior es la llegada a México de una nueva versión de las Variaciones Goldberg, a cargo de la arpista Catrin Finch.
Como no existen las casualidades, esta versión para arpa nació también de la influencia de Glenn Gould, según explica Catrin en una entrevista transcrita en el cuadernillo del disco.
De la escucha constante de las versiones de Glenn Gould, la arpista decidió deslindar el aspecto técnico, académico, por un sendero emotivo, natural.
El resultado es fascinante. Así como Catrin Finch encontró que la estrategia interpretativa de Gould fue crear un mundo diferente
para esa partitura, ella siguió tal enseñanza y lo que suena entonces es un baño de agua tibiecita que fluye por nuestro cuerpo, mente y espíritu de manera tranquilizadora, apacible. Serena. Una música que serena.
Concentra en el arpa toda la energía positiva posible para modificar para bien, absoluto bien, el devenir de la existencia.