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Es reconocido por el rescate de animales en peligro de extinción

Refugio de Ixtapaluca alberga seis mil ejemplares de 500 especies
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Uno de inquilinos del recinto ecológico
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Periódico La Jornada
Martes 18 de agosto de 2009, p. 3

Ixtapaluca, Méx. 17 de agosto. De un recio avestruz al diminuto colibrí, en recorrido que abarca especies intermedias –de tamaño– hasta llegar al colorido y hermoso quetzal, toda una inmensa gama de aves puede ser admirada en un refugio urbano de vida silvestre en este municipio mexiquense.

Poco más de seis mil ejemplares de unas 500 especies habitan y comparten espacios en lo que originalmente, hace 40 años, fue una granja de pollos de engorda y que ahora es la sede de Vida Silvestre, organización ecológica encabezada por Jesús Estudillo López, veterinario que cuenta con reconocimientos internacionales por sus aportaciones a la reproducción de especies en peligro de extinción, como el caso del raro quetzal o la escandalosa cucaburra.

En un terreno de casi ocho hectáreas, profuso en verdores y árboles de gran altura, el fundador del refugio ha recreado los hábitats de estas aves –selva, desierto, pastizal, bosque y pantano–, que están acompañadas de una media docena de felinos como tigres de bengala, jaguares y simios, como el mono araña y unos macacos, que tienen reservados especiales, además de temazates, especie de venado, y unos armadillos.

El visitante de El Nido se adentra en un policromático recorrido dentro de los amplios y guarecidos aviarios, que cuentan con todo para el bienestar de sus inquilinos.

Varios emús deambulan libre y amistosamente por los andadores. En su jaula los colibrís cruzan el espacio casi de súbito, sus pequeñas extremidades las mueven 70 veces en un segundo. “Hablen en voz baja –advierte uno de los guías–, pues son muy susceptibles y cualquier alteración les puede provocar hasta un paro cardiaco.”

En el lugar se busca generar cambios de actitud hacia el ambiente, según se lee en un folleto, y no sólo incorporar la naturaleza al conocimiento, sino transformar la naturaleza del conocimiento.

Primo de los dinosaurios

Un casuario, primo de los dinosaurios, oriundo de Papúa, Nueva Guinea, sin evolución desde tiempos inmemoriales y único en el continente americano, se esconde bien entre los matorrales ante la amenaza de lluvia.

En una zona fangosa una parvada de flamencos escarba el lodazal. Un espacio a cielo abierto alberga a las grullas, señoriales y patilargas, pero es imposible que escapen, necesitan una pista como la de un aeródromo para despegar. Poderosas, son capaces de cruzar un continente aun dormidas, guiadas por una especie de radar que poseen arriba de los ojos.

Más adelante reside el abuelo del santuario: un mono capuchino, sólo visible por medio de un grueso cristal. Su edad –sepa la naturaleza cuántos años– le ha dado el privilegio de estar en una combinación de asilo-maternidad acompañado de patos y loros recién nacidos.

En el pabellón de aves guerreras el ejército lo integran halcones Harris, búhos cornudos, gavilanes, águilas reales, aguilillas blancas y el zopilote rey de pluma blanca. Para que no pierdan su instinto de caza, eventualmente les sueltan gazapos.

Hay faisanes imperiales de plumaje tornasol, tibetanos, de cresta, azules, de cola plateada. Son polígamos en contraste con las llamadas aves del amor, oriundas de África, que practican la monogamia.

Frente al espacio de las cigüeñas están las robustas oropéndolas y su agudo chirrido.

El recorrido por este parque, que se abrió al público hace cinco años y tiene más reconocimiento internacional que nacional, se realiza en tres horas.

Raymundo Hidalgo Peña, director de recinto, explicó que se trabaja para atraer grupos escolares y en vacaciones es buena opción. Ubicado en la esquina de Acozac y Progreso, está abierto toda la semana de 10 a 17 horas y la entrada tiene un costo de 95 pesos para adultos y de 80 para los niños. El teléfono es 1737-8304.