Jacobo Zabludovsky volvió ayer a su punto de partida: el corazón del Centro Histórico, el lugar que lo vio nacer y crecer, para recibir de los diputados capitalinos la Medalla al Mérito Ciudadano. La sede, el emblemático recinto de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en Donceles y Allende.

La sesión solemne convocada para la entrega de este reconocimiento fue pródiga en aplausos y en reconocimientos de los legisladores de todas las fracciones parlamentarias hacia quien calificaron como el hombre que ha marcado la vida periodística de México, icono de la comunicación radiofónica y televisiva, líder de opinión, entrevistador de grandes figuras y testigo de la llegada del hombre a la Luna y de la entrada triunfante de Fidel Castro a Cuba.

Pero Zabludovsky demostró que es más que eso. Es, sobre todo, un gran conocedor y amante del Centro Histórico, y sobre esa ruta tejió su discurso ante un atento auditorio en el cual estaban el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard; el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Édgar Elías Azar; los empresarios Carlos Slim y Carlos Abedrop, y los directores de los periódicos La Jornada, Carmen Lira Saade, y El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz.

Gracias por un premio al amor a la ciudad. Si esa es la razón, considero justo el honor que me dispensan. Es un amor que nació conmigo y creció con ella, expresó el periodista en las primeras líneas de su discurso en tribuna. De ahí en adelante, todo fue remembranza de un pasado que se niega a morir y que sigue siempre presente.

Recordó su niñez y sus constantes cambios de domicilio, gracias a un auge económico que paulatinamente les iba acompañando. De Doctor Barragán 97 a Mesones 62, y de ahí a San Jerónimo 134, luego Correo Mayor 117, Cruces 24, y llegar a la calle de 20 de Noviembre 98. Fue también ahí, en el Centro Histórico, donde el estudiante de derecho conoció a la alumna de bachillerato Sarah Nerubay Lieberman, con quien hace cinco días cumplió 55 años de matrimonio. Y como compañera fiel estuvo presente en la ceremonia de premiación.

Lamentó, además, cómo durante muchos años se dejó caer en el olvido al Centro Histórico y sufrió un cataclismo silencioso que lo llevó a que no sólo se fueran sus habitantes, sino también las dependencias federales que ahí tenían su sede, las cuales sufrieron un deterioro al igual que muchas viviendas.

Aunque también celebró que con la voluntad de los gobiernos encabezados por Andrés Manuel López Obrador y ahora por Marcelo Ebrard Casaubon se fijó la atención, con aliento renovado, en el rescate de esta zona de la ciudad. Desde mejorar la infraestructura hasta el logro más reciente, que parecía un milagro: librar sus calles de los vendedores ambulantes en una sola noche, sin violencia, sin manifestaciones, y sin que regresen.

Después lanzó una propuesta a los legisladores y al mandatario capitalino: crear la delegación Centro, que sería la número 17 en la ciudad de México, con un objetivo central: repoblar el Centro Histórico, planteamiento que fue bien recibido por legisladores y por el mismo jefe de Gobierno, quienes lo calificaron como viable y sensato.

La parte final de su discurso no pudo ser más emotiva: A veces me preguntan si vuelvo con frecuencia al Centro. No puedo volver porque nunca he salido, y dejó como garantía un compromiso: aquí di mis primeros pasos, aquí daré los últimos.

De pie, los asistentes le prodigaron un largo aplauso que se escuchó en todo el Centro Histórico.