Las mordidas de Madrid
adrid. A pesar de la corrupción galopante a la que se tienen que enfrentar los empresarios que quieren poner en marcha un restaurante o bar en Madrid –hace poco se desmanteló una red de funcionarios que actuaban como la mafia siciliana en el control de la noche madrileña–, la capital de España es la que tiene el sector restaurantero más boyante. El alcalde de la ciudad, el conservador Alberto Ruiz Gallardón, lleva casi seis años en el cargo, pero poco o nada ha hecho para atajar uno de los problemas más graves de la urbe: romper con el circulo vicioso de la corrupción para poner en marcha un establecimiento, para lo que se tienen que pagar mordidas a diestra y siniestra.
Luis Miguel J. K. es un empresario de la noche, tiene dos restaurantes, un bar y un café-bar, y reconoce sin tapujos lo que la mayoría de los empresarios madrileños del sector tienen que afrontar presiones de la policía o de funcionarios del ayuntamiento para someterlos a sus exigencias –siempre monetarias– o, en caso contrario, sufrir en poco tiempo un proceso de desahucio o el precinto fulminante del local por X, Y o Z infracción.
La noche y su enorme y diversa oferta es precisamente una de las actividades económicas más sanas de Madrid en plena crisis económica, pero también una de las cartas que juega el alcalde madrileño para lograr la ansiada sede de las Olimpiadas en 2016. Pero debajo de los buenos riojas, de las discotecas de moda y de los restaurantes de las estrellas Michelín se encuentra un submundo tenebroso y arraigado que está ahí, pero del que nadie habla.
Armando G. Tejeda, corresponsal