Luanda, 29 de agosto. Angola plantará caña de azúcar por primera vez en 30 años, dentro de un proyecto con participación brasileña para la producción de azúcar y etanol, con el que el país petrolero dará su primer paso hacia los biocombustibles.

Angola es el más reciente de una serie de países africanos que están cediendo sus tierras a las compañías para cultivar productos no alimenticios, una tendencia que preocupa tanto a las comunidades rurales como a la Organización de Naciones Unidas (ONU).

En la provincia de Malanje, en un espacio de 30 mil hectáreas, ubicadas a cientos de kilómetros al este de Luanda, se pondrá en marcha este primer proyecto de biocombustibles en el país, donde el gobierno trata de retomar la agricultura tras décadas de guerra. Argumenta que la idea forma parte de los esfuerzos por diversificar la economía, más allá de su dependencia del petróleo y los diamantes, responsables del auge económico vivido en el país tras la guerra civil que terminó en 2002.

Este tipo de plantaciones utilizan mucha tierra, explica Sergio Caludungo, director del grupo angoleño Acción para el Desarrollo Rural y el Medio Ambiente (ADRA). Tenemos que estar seguros de que la población local no tendrá que luchar por la tierra y los recursos como el agua.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) alertó en mayo que las adquisiciones masivas de tierras en África estaban amenazando el acceso al agua, a los alimentos y a los recursos naturales.

Es un proyecto muy importante para nuestro país, dijo Rui Gourgel, presidente de Biocom, la compañía que está detrás de esta iniciativa de 154 millones de dólares. El azúcar se hacía en Angola antes de la independencia, pero ahora es 100 por ciento importado. Pronto Angola tendrá de nuevo azúcar de producción propia, explicó, y agregó que se reactivará la agricultura, se generará empleo y se crearán nuevas áreas de conocimiento.

En el proyecto participan la compañía petrolífera estatal Sonangol, la firma brasileña de construcción Odebrecht y el grupo privado angoleño Damer. Según Gourgel, el complejo tendrá su propia planta procesadora y producirá 280 mil toneladas de azúcar y 30 mil metros cúbicos de etanol de los residuos de caña. Las fibras que resulten de la caña, las hojas y el calor sobrante del procesamiento del azúcar se utilizarán para producir electricidad –alrededor de 217 megavatios al año– en una turbina de vapor, explicó.

En Angola se analiza un proyecto de ley en el Parlamento para regular la producción de biocombustibles, pero su resultado es incierto. Caladungo pide tomar en cuenta a las comunidades, la industria y el gobierno.