inalizaba la década de los años 40 del siglo XX, cuando el gobierno de Miguel Alemán le encargó al arquitecto Mario Pani, formado en Europa en los años de apogeo de las vanguardias modernistas, la construcción de 200 casas para empleados federales, en un gran predio que había sido parte del rancho Santa Rosa y que con las nuevas urbanizaciones quedó muy bien ubicado en la flamante colonia Del Valle.
El visionario arquitecto convenció a la entonces Dirección de Pensiones Civiles y de Retiro, hoy ISSSTE, de construir mil departamentos, ocupando solamente 25 por ciento del terreno con edificios de 13 pisos y dejando el restante 75 por ciento para áreas verdes. Pero la cosa no quedaba ahí, ya que el que habría de llamarse Centro Urbano Presidente Alemán, estaba planeado para funcionar como una ciudad dentro de la ciudad, por lo que se le dotó de todos los servicios: guardería, oficina de correo, lavandería, centro social, áreas de juegos infantiles, una alberca semiolímpica y locales comerciales para satisfacer las necesidades de los habitantes.
Inspirado en las ideas del famoso arquitecto suizo Le Corbusier, que sostenía que el ser humano, para un correcto desarrollo, necesita tres felicidades
básicas: la luz, el espacio y lo verde, diseñó una magna obra dentro de los cánones del funcionalismo, empleando materiales mexicanos de mínimo mantenimiento y con notable talento logró combinar la funcionalidad y la estética. Los departamentos dan a pasillos amplios con jardineras y tienen dos niveles, lo que les da un peculiar encanto. De su calidad habla la construcción por sí misma: el próximo día 2 de septiembre cumple 60 años y sigue vigente, conservando actualidad y belleza, aunque no le caería mal una buena remozada, además de la que los condóminos esforzadamente le van dando con alguno apoyos gubernamentales.
Seguramente ustedes han pasado muchas veces por el lugar ya que ocupa una inmensa manzana entre las avenidas Coyoacán, Félix Cuevas y las calles de Parroquia y Adolfo Prieto. Zona densamente poblada y con mucho tráfico, los antiguos pobladores, muchos que llegaron a inaugurarlo, recuerdan que estaba rodeado de milpas y que se veían a lo lejos los volcanes. Muchos de ellos, que llegaron de niños y jovencitos, son ahora retirados que han formado la Asociación de Jubilados y Pensionados del Centro Urbano Presidente Alemán, en donde realizan actividades culturales, promueven mejoras y comparten recuerdos.
En una grata reunión en el salón que tienen asignado, encabezada por su dinámico presidente Narciso Gallegos González, platican que cuando se inauguró, los departamentos eran de renta, pagaban 110 pesos con todo y gas, les entregaban diariamente el periódico y contaban con circuito cerrado de radio. En 1988 el ISSSTE decidió vendérselo a los residentes quienes tuvieron que enfrentarse a la autoadministración, lo que no siempre ha sido fácil, pues son 1080 departamentos, pero el amor de sus viejos habitantes que intentan transmitir a los nuevos ocupantes, los va sacando adelante. Por lo pronto se preparan para festejar sus 60 años de vida y el multifamiliar se convierte en adulto mayor
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El día que lo visite aproveche para comerse una torta en Don Polo, la tortería que ya cumplió 50 años en uno de los locales comerciales ubicado sobre Félix Cuevas. Su fundador Leopoldo Sánchez, inició en 1956 vendiendo jugos debajo de una de las escaleras del multifamiliar. Su gran aportación fue la creación de la torta cubana, inspirada en el conflicto político que surgió entre Cuba y Estados Unidos en los años 60 del pasado siglo. La preparó con pierna, en homenaje a las piernas de las cubanas, con queso amarillo, como los güeros estadunidenses y el jamón representando a México. Pero la cosa no quedó ahí ya que también se le ocurrió servirla caliente, novedad que tuvo gran éxito y que hasta la fecha mantiene a Don Polo en la primera línea de las torterías capitalinas.