o faltan quienes creen que China (o Europa) está disputando la hegemonía a Estados Unidos e, incluso, los que opinan que este país es el sostén del capitalismo y que, por lo tanto, todo enfrentamiento con él es un golpe al sistema. Por supuesto, éste está constituido por múltiples capitalismos, resultantes de diferentes relaciones de fuerzas sociales locales y de diferentes densidades histórico-culturales, y no hay ni nunca hubo un bloque único reaccionario
. Pero una cosa es ver las contradicciones internas que presenta el capitalismo, las disputas por los mercados entre los diferentes grupos (y las duras manifestaciones estatales de esa disputa) y otra es creer que dichas contradicciones internas, por sí mismas, van a llevar a la implosión del sistema o, cuando menos, a su profunda modificación y suponer además que la hegemonía es sólo técnica, o comercial, o militar. Porque el capitalismo no es sólo explotación del trabajo ajeno sino también alienación, enajenación de sus víctimas, y dominación imponiendo una ideología, valores, relaciones de mando y obediencia no sólo con la violencia militar o policial sino sobre todo mediante la educación sesgada, la cultura adulterada, la industria del entretenimiento envenenada, la difusión de una cultura material hedonista, egoísta, antisolidaria, violenta.
Creer que China disputa a Estados Unidos la hegemonía es, por eso, una tontería. La economía estadunidense no sobreviviría un día si China no acumulase dólares sosteniendo así la moneda verde, no comprase los devaluados bonos del Tesoro dándole crédito al imperialismo estadunidense, se opusiese a la política de Washington en escala mundial en vez de compartirla. Creer que China figura en un inexistente campo anticapitalista
o no capitalista
o, peor aún, ”socialista”, es olvidar que ese país le dio nuevo oxígeno al capitalismo mundial, es la tierra de elección para las inversiones de las trasnacionales, difunde y desarrolla los valores y la ideología capitalista en una población que equivale al cuarto de la Humanidad, está dirigido por un partido del cual pueden formar parte los millonarios (que hacen sus millones explotando a sus
trabajadores que carecen incluso de derechos sindicales). Pensar que China modificará a fondo el capitalismo mundial es ignorar que es éste el que está modificando a fondo a China. En efecto, por primera vez en su historia milenaria, los chinos, que entonces gozaban de una civilización y organización superiores, no absorben en su cultura a los conquistadores sino que comienzan a absorber masivamente la cultura capitalista y el american way of life, los modelos de consumo estadunidenses, en un proceso que se apoya en el doble conservadurismo de las tradiciones de Confucio y de las del comunismo estalinista-maoísta. Por supuesto, ese capitalismo no es exactamente igual al de sus modelos y promotores extranjeros y está abollado
aquí y allá por la cultura y las tradiciones chinas. Pero, cualquiera sea su ropaje, capitalismo es.
Naturalmente, hay capitalismos donde las relaciones de fuerza son más favorables para las víctimas del sistema y para su autorganización, la autogestión, su educación, tales como los capitalismos de Estado de países dependientes que luchan por su liberación nacional utilizando y modificando el aparato estatal mientras en ellos susbsisten relaciones sociales capitalistas y una dependencia profunda del mercado capitalista mundial. Obviamente, es necesario y legítimo utilizar las contradicciones entre los diversos países capitalistas, entre las diversas empresas trasnacionales, entre los diversos grupos y amalgamas sociales que luchan por predominar en el seno del capitalismo en cada país, y es igualmente legítimo –en determinadas condiciones– llegar a acuerdos puntuales con algunos de esos grupos pero a condición de jamás presentarlos como aliados estratégicos. No se debe abandonar jamás la necesidad de difundir valores contrahegemómicos, solidarios.
Hoy la hegemonía del capitalismo es indiscutida y su ideología penetra profundamente incluso en los sectores que se dan el objetivo de construir un socialismo democrático, del siglo XXI
(frase que no quiere decir nada y que demuestra cuál es el grado actual de nebulosidad del pensamiento alternativo al capitalismo). Por eso el capitalismo mundial está saliendo de esta crisis económico-financiera a costa de nuevos desastres sociales (mayor desocupación, más hambrunas, menos solidaridad, menos sindicatos, mayor concentración de la riqueza y del poder). O sea, de la barbarie y la destrucción ambiental.
Los procesos de liberación son, por fuerza, locales, nacionales, y se dan utilizando incluso las contradicciones en las clases dominantes y entre éstas y el capital financiero internacional, o sea metiéndose en las grietas de los dominadores. Pero, para que se produzca un cambio social, hay que cambiar las relaciones de fuerza entre opresores y oprimidos, hay que hacer que éstos entiendan el proceso mediante el cual son explotados y oprimidos y no consideren que sólo depende de la mala suerte o del destino. Es necesario hacerles conocer su historia (es decir, hacer un balance del pasado y de las derrotas y convencerlos de que hay una salida no capitalista a las cada vez peores crisis del capitalismo). Si no se hace colectivamente un balance del pasado y colectivamente no se construyen las grandes líneas del proyecto futuro, en efecto otro mundo resultará posible. Pero será el de la barbarie creciente.