l 31 de mayo de 1965 desaparece misteriosamente en Tokio un hombre de 32 años, Tadashi Oshima. Su ocupación es la de vendedor de plásticos. Sobre él pesan viejos cargos por malversación de fondos y la reputación de ser una persona insegura y de carácter débil. Paradójicamente, también se le recuerda por su enorme éxito con las mujeres. A partir de este caso, el realizador japonés Shohei Imamura (La mujer insecto, Los pornógrafos, La balada de Narayama) propone en La evaporación del hombre (Ningen Johatsu, 1967) una indagación entre periodística y policiaca sobre los posibles motivos de la virtual evaporación de este hombre y los efectos que dicho suceso provoca en quienes lo trataron o conocieron íntimamente.
El título original de alude al fenómeno de la desaparición (johatsu) cada año en Japón de miles de personas, y que tan sólo en 1966, un año antes de la filmación de la cinta, arrojaba una cifra superior a los 90 mil casos.
El caso de Tadashi Oshima es sólo un pretexto para una reflexión sobre los límites de la realidad y la ficción, en particular sobre la manera en que el cine ofrece la ilusión de capturar la realidad, cuando jamás deja de simularla a través de una recreación escénica. No hay así documental alguno que sea estrictamente objetivo; todos encierran, detrás de su pretendida revelación de una verdad tangible, una distorsión de la realidad, una impostura moral, o un engaño tácitamente aceptado por los espectadores. Para ilustrar este punto de vista, el director presenta a su propio equipo de filmación como un grupo de reporteros que interrogan a Yoshie, la prometida del hombre desaparecido; a su hermana Sayo, sospechosa de haber tenido relaciones clandestinas con él, y a otros familiares y amigos que confirman o invalidan dichas suposiciones.
Lo que se desprende de esta pesquisa es la compleja red de rivalidades afectivas que pudieran apuntar hacia un caso de crimen por venganza pasional. Hay también elementos sobrenaturales como la idea de algún ancestro femenino del propio desaparecido, que por una desventura amorosa se habría suicidado y que ahora persigue a Tadashi impidiéndole tener una estabilidad amorosa y ser feliz. Se especula sobre la posible muerte del desaparecido hasta el punto de invocar su presencia por medio de videntes. ¿Cuál es la verdad en todas estas elucubraciones? ¿Cuáles los asideros más firmes con la realidad?
Como en La aventura, de Antonioni (filmada siete años antes), la desaparición enigmática de un personaje es el elemento que pone en tela de juicio las certidumbres existenciales de quienes le rodean. Ambas cintas transcurren en un espacio insular (Sicilia y Japón) que hace de la búsqueda un movimiento circulatorio y estéril. El final del relato queda de este modo abierto, pues en palabras de Imamura, cuando la película termina, la realidad continúa
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La evaporación del hombre es un perspicaz trabajo de cine directo, con inesperadas dramatizaciones que acuden a técnicas de reportaje periodístico (tomas cerradas a los rostro de los interlocutores, banda negra sobre los ojos para proteger el anonimato del declarante, multiplicación de puntos de vista –como en Rashomon o en El ciudadano Kane), hasta concluir en una reflexión sobre el arte cinematográfico y su artificioso juego con la realidad y la ficción, con puestas narrativas en abismo (cine autorreferencial –Ocho y medio, Fellini; La noche americana, Truffaut; Close-up, Kiarostami), y una brusca ruptura de la ilusión fílmica que en el trabajo de Imamura consiste –en el curso de una discusión de los personajes– en desmontar de golpe la habitación en que se encuentran y exhibirla como el estudio de cine donde actores y equipo de rodaje están trabajando. El procedimiento anticipa la búsqueda estética del portugués Miguel Gomes en Aquel querido mes de agosto (2008), en torno a la realidad y sus múltiples transfiguraciones escénicas.
La cinta de Imamura se exhibe por primera vez en México y forma parte del ciclo Maestros del cine japonés que ofrece este mes la Cineteca Nacional. Otros trabajos clásicos incluyen: La condición humana, de Kobayashi; Cuentos de la luna pálida de agosto, de Mizoguchi; La mujer de arena, de Teshigahara, y Sanjuro, de Kurosawa, entre otros títulos. La evaporación del hombre se exhibe únicamente hoy en la sala 4. Mayores detalles sobre el ciclo: www.cinetecanacional.net