Jugar con fuego
Soga histórica
Teletón 2010
Macartismo tapatío
l combustible jinete de la pradera seca dedicó parte de su domingo a dar por iniciados los festejos oficiales correspondientes a los centenarios de la Independencia y la Revolución. Difícil tarea, hablar de la soga histórica en casa del ahorcado de hoy. Representante devaluado de los intereses e ideas derrotados en los procesos que se desataron en 1810 y 1910, Felipe acometió con temeridad oratoria la obligación protocolaria de comenzar las presuntas celebraciones haciendo un breve pero inevitable elogio de la insurrección contra los malos gobiernos (¡gulp! con olor a Pinos). Así fue posible ver al monarquista y porfirista Calderón definir la Llama de la Libertad, que ayer fue encendida, como un emblema de la valentía con la que se alzaron en armas
los insurgentes, en una época en la que levantarse en armas con un puñado de hombres significaba un gran riesgo. Pero tal y como lo señalara don Benito Juárez años después: Hidalgo nos enseñó que el poder de los reyes es demasiado débil cuando gobierna contra la voluntad de los pueblos
. ¡Gulp!
La conmemoración oficial de los dos principales momentos de violencia social contra estructuras dominantes ha sido largamente rasurada y maltratada por el foxismo y el calderonismo (lo cual es explicable), entregando Chente la presidencia del comité organizador en función de politiquerías que buscaban pagar servicios de división de la izquierda antes de las elecciones (en junio de 2006 fue nombrado Cuauthémoc Cárdenas, quien declinó al cargo unos meses después), asumiendo Calderón personalmente
la conducción de ese programa aunque auxiliándose del titular de Conaculta, Sergio Vela, y dejando que éste, y luego Rafael Tovar y de Teresa, naufragaran entre la intencional desidia política y desamparo presupuestal determinado por Los Pinos.
La pretensión felipesca de desfigurar y demeritar las conmemoraciones quedó pintada de cuerpo entero cuando exploró las posibilidades de nombrar conductor a Fernando Landeros, el organizador televiso de los teletones. Finalmente quedó, en octubre del año pasado, como una salida burocrática sin complicaciones políticas, Juan Manuel Villalpando, un historiador que dirige el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. Lo único cierto es que la derecha gobernante ha sido sistemáticamente obstructora de que las mencionadas celebraciones se realicen con el decoro y la profundidad que merecen, tratando de convertirlas en espectáculo más que en análisis, en fiesta de ocasión que, según ahora se sabe, podría tener su momento cumbre con una ceremonia al estilo de inauguraciones y clausuras deportivas como las habidas en Barcelona y Sydney a cargo de Spectak Productions, dirigida por Ric Birch (aunque el historiador Villalpando dice que no necesariamente habrá un contrato específico, sino un proyecto
en el que participarían esos expertos extranjeros). Un último apunte sobre el tema: Felipe evitó ayer en cuanto pudo destacar la fase revolucionaria, concentrándose en la Independencia, tal vez porque sabe que hoy, en este México que está peor que en el porfirismo, lo más peligroso para una administración fallida e impopular es la mención y el recuerdo de lo auténticamente revolucionario. ¡San Panchito Madero, decente y moderado, líbranos de los Flores Magón, los Villas y los Zapatas!
Astillas
El gobierno confesional y mientamadres de Jalisco ha impulsado en diarios de Guadalajara el desarrollo de una campaña de amedrentamiento a activistas sociales que resulta una verdadera exhumación de los peores momentos del diazordacismo y el macartismo. Elsa Cristina Stettner relata que el pasado 4, “El Informador dedicó su editorial y tres de sus páginas para acusar a genuinos activistas de ‘agitadores profesionales’. Incluso publicó sus ‘fichas’ y fotografías, proporcionadas por Asuntos del Interior del gobierno del Estado”. Según esa fuente, “Héctor Moreno Valencia, esbirro del cardenal (Sandoval) y director de comunicación social del gobierno estatal, fue quien cabildeó la nota difamatoria con los diarios de circulación local, pero su publicación sólo fue aceptada por El Informador”. La nota principal se tituló Protestas, botín de agitadores
y en ella se menciona que las movilizaciones públicas tienen como partícipes a los mismos personajes, quienes promueven bajo la fachada de auténticos intereses ciudadanos, sus propios objetivos personales y de grupo, con matices políticos y económicos
. En otro párrafo, todo sin fuente, se acusa: en los movimientos de protesta se identifica con claridad la constante participación de manifestantes como Jaime Hernández Ortiz, Moisés Guerrero Rincón y Gilberto Parra Rodríguez, quienes abiertamente sostienen ideologías y relación con organizaciones políticas, y consienten en apoyar movimientos que se asegura, son abiertamente ciudadanos, cuando en el fondo benefician intereses parciales
. Luego se reproducen las fichas de algunos de esos activistas, explicando que con base en un análisis hemerográfico, se logró el rastreo de una serie de personajes que aparecen sistemáticamente en las marchas y plantones públicos, desde hace años
. En presunto apoyo del análisis
se falsearon o inventaron declaraciones de investigadores universitarios que de inmediato desmintieron lo que les adjudicaban. El editorial, denominado Agitadores, atrás de protestas, así cierra: “Si la autoridad conoce el perfil de estos ‘líderes’, a quienes se les ve en todo tipo de manifestación; si incluso cuenta con un padrón de ellos, es inexplicable que no proceda, haciendo uso de sus facultades legales, para ponerles un freno y evitar así que continúen dañando a la sociedad. Simplemente, la aplicación estricta de la ley”. El abono periodístico para las acciones violentas de Emilio González Márquez tiene como telón de fondo las crecientes protestas contra el Macrobús tapatío...
Y, mientras siguen saliendo al aire los evidentes esfuerzos teatrales que se podrían llamar Felipe en vivo, Felipe contigo, o Aló Calderón, ¡hasta mañana, en esta antorcha informativa mojada!
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