Sucesión en la CDHDF
Los cabildeos del secretario de Gobierno
a sugerencia le fue hecha al académico que durante muchos años ha hecho de todo para alcanzar esa posición. Su trayectoria da fe de ello. Sin embargo, ese día, en las oficinas del gobierno de la ciudad, evadió la insinuación pero sin desentenderse de ella, y confiado en la mala memoria, por decirlo de alguna manera, de los funcionarios capitalinos, propuso a Mariclaire Acosta como candidata a la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
El académico, ahora convertido en analista político, no quiso exponer su fama actual y prefirió entregar la estafeta a una mujer que durante años había sido parte fundamental de su grupo. Así que, con la anuencia de los funcionarios del GDF, mandó a buscar a la cómplice de Vicente Fox en aquello del voto útil, a Estados Unidos, donde reside desde hace algunos años y donde ya no tenía trabajo, según se cuenta por allá.
La mujer aceptó de inmediato y se lanzó de regreso a la ciudad de México. Se le dijo, para convencerla del todo –aunque no era muy necesario–, que ella era la candidata del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, con lo que tendría buena ventaja sobre sus contrincantes.
Lo malo es que la señora Acosta, aunque reaccionó con inusitada rapidez, llegó tarde a eso de los apoyos de las organizaciones no gubernamentales, que ya habían comprometido su apoyo a otros candidatos, por lo que era urgente crear una buena red de protección para dar cierta firmeza a su candidatura.
Entonces el académico convenció, según nos cuentan, a los directivos de la Universidad Iberoamericana y de la Facultad Latinoamericana de Ciencia Sociales (Flacso), para que sirvieran de apoyo a la recién llegada ex funcionaria del peor gobierno que ha tenido el país en los tiempos modernos.
Fue como un encuentro postergado, pero al parecer ya de carácter urgente. Se juntaban, otra vez como en los vergonzosos tiempos de Fox, Jorge Castañeda, la señora Acosta y el académico. Merodeaba por allí, desde algún rincón oscuro –nos aseguran las malas lenguas, regularmente bien informadas–, otro personaje cuya arrogancia no pierde momento de fama y que busca la presidencia de la comisión nacional: Emilio Álvarez Icaza.
El fin de semana anterior, conforme se sabe, el secretario de Gobierno, José Ángel Ávila, estuvo presente en una reunión en la que quienes apoyan a la socia de Jorge Castañeda analizaron la situación, y de pasada se acrecentaron los rumores de que ella era la candidata, también, de Marcelo Ebrard. Pero en algunos ámbitos de las ONG que trabajan en la capital la noticia de la reunión causó malestar e incentivó el trabajo a favor de los opositores.
Por lo pronto, Mariclaire Acosta no tiene más apoyos que los que le ha podido juntar Castañeda. Los del Gobierno del DF, que calculaban serían importantes, aún no se han visto, pero se tiene el temor de que el secretario de Gobierno trabaje en el asunto, lo que podría causar un grave conflicto entre las organizaciones y la jefatura de Gobierno.
De pasadita
Y en eso de las sucesiones en las comisiones de Derechos Humanos, tanto de la capital como la nacional, las cosas no pintan bien para quienes suponían cabalgar con tranquilidad hacia el puesto. Resulta que mientras en el Senado Carlos Navarrete asegura que su candidato será el ex rector Juan Ramón de la Fuente, en la UNAM se habla muy en serio de un miembro distinguido del ámbito jurídico como el suyo. Así que las cosas no pintan bien a quien se suponía listo para lucirse en el puesto. ¿A que no adivinan de quién se trata?