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El Negro Ojeda, rumbero, trovador y jaranero, se presentará en el Multiforo Ollin Kan

La música me saca hasta de las depresiones más horribles

A veces me doy cuenta cómo la señora ésta, la locura senil, se pone a decir puras burradas, comentó

Ya no pienso grabar nada; de ahí el título del concierto: Monólogo... va mi resto

 
Periódico La Jornada
Viernes 11 de septiembre de 2009, p. 8

Salvador El Negro Ojeda recibe a sus invitados con una amplia sonrisa. Está con sus músicos en medio del ensayo de los miércoles en un cuarto acogedor, que más que estudio parece sala, en el que apenas caben la percusionista Rocío Gómez y sus tumbadoras; el guitarrista Pepe de Santiago; el pianista César Machuca, con todo y piano de cola, y el bajista Gonzalo Sánchez. La puerta abierta del estudio, que forma parte de la casa de El Negro, da a un pequeño jardín, y nada recuerda a la caótica ciudad que quedó afuera.

El trovador, rumbero y jaranero que ha acompañado a generaciones, integrante fundador de Los Folkloristas, dueño de la célebre peña Chez El Negro, visitada por artistas latinoamericanos como Víctor Jara y Mercedes Sosa, y frecuentada por Juan Rulfo y José Revueltas, se presentará el sábado 19 en el Multiforo Ollin Kan, en un concierto cuyo dramático nombre es Monólogo... va mi resto. Se grabará el recital y se incluirán canciones de éste en un próximo disco.

Lo de monólogo es por la canción de su amigo Silvio Rodríguez. El Negro Ojeda la recita, y entre sus estrofas dice: Yo también me alegraba entre amigos y cuerdas, con licores y damas, mas, ¿de eso quién se acuerda? Una vez fui famoso, siempre andaba viajando; aquí traigo una foto, actuando. Me recordaron tiempos de sueños e ilusiones; perdonen a este viejo. Perdonen.

Así que decidió llamar así el concierto. Me siento retratado. Me siento altamente disgustado con Silvio Rodríguez, quien ni siquiera me pidió permiso, dijo El Negro, muy serio. Alguno ríe.

–¿No pidió permiso para qué?

–Para hacerme una canción (se sueltan las risas), porque estaba como para mí, para mi edad.

A cada rato suelta este tipo de puntadas, que dejan al interlocutor dudando de si habla en serio o de nueva cuenta está bromeando. Luego acude al recuerdo de lo que siempre repite: Soy chilango de nacimiento, jarocho por elección.

Y siguió el niño de 78 años, quien cuando era pequeño aprendió a tocar la jarana y la guitarra: “Ya me siento viejo. A veces me doy cuenta de cómo la locura senil se trastoca y se pone a hablar sola, la señora ésta, a decir puras burradas e inventar pendejadas: de que vine a traer un tip, van a dar buen pescado en el puesto de mercado (otra línea de Monólogo)”.

El subtítulo del concierto, Va mi resto, es porque ya no pienso grabar ni hacer nada profesional.

–¿Por qué?

–Me pongo muy loco, muy nervioso, muy irritable. Mi mujer también tiene sus problemas: le andan clausurando su escuela... entonces, estamos mal.

No se le nota.

“Va mi resto: es aventar todas las fichas, es a ver si estoy blofeando o... Entonces, al final del concierto voy a decir: ‘como dijo Descartes’... me van a preguntar: ‘¿cómo dijo?’ ‘Pues como veo doy’. Como vea la cara del público, habré ganado o no.”

Foto
Salvador Ojeda, sentado, en compañía de Rocío Gómez, Gonzalo Sánchez, César Machuca y Pepe de SantiagoFoto José Antonio López

El repertorio incluye poesía de Antonio Machado, canciones de Joan Manuel Serrat, Chava Flores, Rafael Hernández El Jibarito, entre otros, y será grabado en vivo para un álbum con Disco Pueblo.

Quienes acompañan a El Negro, todos ellos consolidados músicos, hablan sobre el honor que es para ellos trabajar con él. Ésta fue una oportunidad para un desfogue, una caricia a nosotros mismos, que es lo que es para mí la música. Esta música nos ha llevado a muchos rinconcitos, porque la experiencia de Salvador... ha recorrido... no se imagina... y nos lleva de la mano; para nosotros es un halago tremendo, dijo el guitarrista Pepe de Santiago.

“¡Híjole! Simplemente el placer de estar con El Negro, de acompañarlo... Lo conocí hace casi 30 años, que son los que tengo en la música. No era mi amigo, lo conocía de discos, tocadas, alternábamos alguna vez (ella tocaba con Guadalupe Pineda)”, dijo Rocío Gómez, la percusionista.

El pianista, el bebé de 31 años, dijo: “Es un honor acompañar a El Negro Ojeda, porque para mí es uno de los artistas mexicanos más importantes”.

El espíritu de la convocatoria sigue siendo por el gusto de ser, opinó el bajista. Y añadió: Se ha hecho un equipo muy sabrosito.

El Negro intervino: “Algo sobre Machuquita (el pianista): Ahí donde lo ves, es un chavo prodigioso, solamente comparable con el mejor pianista del mundo para la música cubana, Gonzalo Rubalcaba. Aquí veo un Gonzalo en ciernes. Tiene toda la vida por delante para hacer cosas maravillosas, y no sólo rumba; puede hacer cualquier cosa”.

La idea de tocar juntos surgió de que iban a los lunes de bohemia en casa del arquitecto José González, hasta que terminaron ensayando en casa de El Negro.

–¿Qué implica la música como celebración ante tanta adversidad?

–Tan simple como esto: cura todo (El Negro lo dice con énfasis, pausado). La música me saca de las depresiones más horribles. Lo único que me levanta es la música. Y bueno, claro, necesita uno del contacto humano...

Y siguió: Aunque estemos cantando una cosa triste, nos va metiendo, y nos va sacando de cualquier mal. Espero que ocurra a todos nosotros, y que la música siga siendo factor de vida para bien de la humanidad entera.

Monólogo... va mi resto, en cuya organización jugó un papel destacado Rafael Mendoza, se presenta el día 19 a las 19 horas en el Multiforo Ollin Kan. San Fernando esquina Juárez, centro de Tlalpan.