hora que estamos celebrando el 25 aniversario de este gran diario, La Jornada, que fue fundado por periodistas, intelectuales, activistas, y no por empresarios ni por la elite política, y que es una de las mejores muestras de la libertad de expresión del México actual, quiero dedicar estas líneas a Ignacio Ramírez, El Nigromante. Este gran visionario del siglo XIX fundó seis periódicos de oposición: Don Simplicio, cuyo último número lo llevó a prisión junto con Guillermo Prieto, en 1846; Themis y Deucalión, donde publicó su Manifiesto indígena, en 1848; El Porvenir y El Clamor Progresista, que crea en 1857 al renunciarle a Comonfort, en defensa del presidente Juárez, y que le valió la cárcel de Tlatelolco, en 1858. En 1863 funda el diario antimperialista La Chinaca, y luego de ser electo al Congreso legislativo y ratificado como alcalde de la ciudad de México, al caer la capital marcha a Sinaloa y Sonora, donde funda, en 1865, uno de los periódicos más incendiarios contra el imperio francés: La Insurrección.
Las memorias de uno de los más destacados miembros del movimiento liberal se mantuvieron en secreto durante cien años ante las amenazas del arzobispo primado de México y del general Porfirio Díaz, pero ahora su bisnieto Emilio Arellano, autor de Ignacio Ramírez, El Nigromante: Memorias prohibidas (Planeta, 2009), nos permite comprender el amplio legado de quien independizó la mente del pueblo mexicano
, según señala la etnóloga Julieta Gil Elorduy.
Se trata del ideólogo más puro de las reformas liberales de la Constitución mexicana de 1857, quien elaboró con Melchor Ocampo y Francisco Zarco las Leyes de Reforma. Ignacio Ramírez consolidó la educación laica y gratuita, el primer libro de texto gratuito, el plebiscito, los derechos sociales, la autonomía del Poder Judicial y los sindicatos; impulsó la exclaustración de los conventos, la extinción de los delitos de prensa, entre otras innumerables obras que apenas empiezan a concretarse en tanto otras van en franco retroceso.
Lino Ramírez, su padre, participó en los movimientos armados contra el gobierno español; era amigo de José María Morelos y Pavón, así como de Miguel Hidalgo y Costilla, y fue condenado y recluido en las mazmorras de la cárcel de la Santa Inquisición por herejía, motín, alteración del orden público, traición a la corona española y por propiciar movimientos armados en contra de la religión y del buen gobierno.
Entre las iniciativas ante el Congreso Constituyente de 1857 para evitar los fueros y privilegios eclesiásticos, Ignacio Ramírez propuso que el presidente de la República debía residir en el país y no pertenecer o depender directa o indirectamente, por cuestiones personales, a congregación o círculo religioso ni ser miembro de ningún culto, como sacerdote, y que el Congreso podría destituir al presidente por simple mayoría por: a) traición a la patria o por comprometer el patrimonio y los recursos nacionales en favor de estados o empresas extranjeras o nacionales; b) incapacidad mental o administrativa, c) mentir al pueblo de México, d) permitir que se viole la filosofía pacifista del gobierno mexicano, e) disponer del Ejército o de las fuerzas del orden público en contra del pueblo de México, sus bienes o instituciones, y f) no acatar las resoluciones y leyes emanadas del Congreso. De haber prosperado esas iniciativas, tal vez hoy tendríamos ejecutivos responsables, una economía fuerte y una ciudadanía libre.
Además consideraba que la pobreza personal y nacional sería eliminada por la educación y la conciencia crítica del pueblo al evitar que la sumisión que generaba la ignorancia fuera lucro de vivales que explotan la necesidad y las carencias, generando desolación y miseria. Para suprimir la interdicción de millones de personas que viven precariamente en este país, la educación laica y gratuita es la solución más racional, con mayor futuro y permanencia, mucho más fructífera que una revolución social, que sólo genera muerte y destrucción, o que las soluciones efímeras de corto plazo
.
Pero, como ya estamos cansados de hacer llamados a nuestros gobernantes, no me queda más que hacer un llamado al más allá, a fin de lograr que se levante de la tumba Ignacio Ramírez.
Si, como afirmó en 1845, no hay Dios, los seres de la naturaleza se sustentan por sí mismos
, tal vez con el sustento de todos los mexicanos encontremos alguna manera para que aparezca en estas tierras un político honesto y visionario como El Nigromante, quien sirvió a la nación y jamás dispuso de bien o dinero alguno para su beneficio o provecho personales; un legislador que, como él, tuviera la capacidad de fortalecer en nuestra Constitución el carácter laico de la República, que obligue a las autoridades públicas a respetar las decisiones de las mujeres y de los jóvenes, para que todos y todas puedan ejercer las libertades y garantías individuales, para rescatar la democracia, rescribir la Constitución y volver a construir las instituciones que necesita este país.