Vocación, no sólo liberación
oy vuelven a la Plaza México la capitalina Elizabeth Moreno y la yucateca Lupita López y se presenta la sevillana Vanessa Montoya, para lidiar novillos de Salvador Rojas y de La Muralla, en otra combinación verdaderamente interesante.
Un aficionado me preguntó porqué en una columna había dicho que Hilda Tenorio, y las citadas Moreno y López, que integraron el anterior cartel femenino, eran un orgullo de México por haber sacrificado mucho de su vida para dedicarse a tan azarosa profesión
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¿Qué el resto de las mujeres que se sacrifican en otras actividades no son un orgullo para México?
, preguntó muy echao pa’lante mi interlocutor, a lo que respondí: Mira, por naturaleza la vida es sacrificio, entendido éste no como ofrenda a una deidad determinada, sino como las acciones, dificultades y privaciones que conlleva un compromiso asumido libremente en forma personal
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“En ese sentido –abundé–, todo ser humano comprometido consigo mismo, con su evolución y la de sus semejantes y con la verdad de la vida, no con verdades absolutas, es un orgullo para la humanidad, pero en el caso de las toreras mencionadas y de las mujeres toreras en general, ese compromiso adquiere dimensiones heroicas.
Es el precio de la liberación femenina, ¿no?
, se contestó-preguntó, descubriendo su pesada carga de conservadurismo amachado, en ambos sentidos. “Me parece que el compromiso vocacional de la mujer –argumenté- es anterior a lo que llamas liberación femenina y mucho más complicada que ésta, ya que además de enfrentar una milenaria realidad masculinizada esa vocación debe lidiar con sus propios demonios y voces interiores.
Ellas sacrifican no sólo roles ancestrales como casarse y tener hijos, sino oportunidades de trabajos mucho mejor remunerados que lo que puedan recibir por jugarse el físico delante de un toro, ocasiones de encontrar esposo o dedicarse a una profesión menos riesgosa y descalificada que el toreo. Se olvidan de modernidad, relaciones, diversiones y horarios para entregarse, en cuerpo y alma, a esa extraña voz que desde su interior les dice que pueden realizarse como toreras si en ello ponen todo su empeño.
Elizabeth Moreno tiene al público de la México en un puño, sobre todo el izquierdo, por la intensidad de su privilegiada muleta, pero no debe atenerse a su arte ni tardarse en calentar motores, pues entre los taurinos y la falta de administración, una crisis de tiempo se le viene encima.
Lupita López cautivó a ese público la tarde de su presentación con su belleza, encanto y cabeza, magníficamente adornada con sus trenzas. Al barroquismo de su estilo capotero y conocimientos con la muleta añadió un ingrediente que vale oro: calidez con los tendidos.
Vanessa Montoya es alumna de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla que ha lidiado ganado muy serio en España en plazas como Sevilla, Granada, Jaén y el Puerto de Santa María. Su guapa apoderada, Teresa Ojeda, tuvo la gentileza de obsequiarme un breve video en el que Vanessa refleja valor, técnica y sensibilidad. ¡Mucha suerte para todas!