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Soy un gran fan de Gandalf, afirma el actor reconocido con el Premio Donostia

Mi personaje favorito es el que interpreto en ese momento: McKellen

Lo único que he hecho en mi vida es intentar actuar lo mejor posible, expresa el inglés

Proyectan Yo, también, que muestra las necesidades de las personas con síndrome de Down

 
Periódico La Jornada
Jueves 24 de septiembre de 2009, p. 7

San Sebastián, 23 de septiembre. Fue Ricardo III, Rasputín, el realizador James Whale, Magneto de X-Men y cien hombres más, pero el camaleónico actor inglés que hoy recibe el Premio Donostia en el Festival de Cine de San Sebastián sigue siendo ante todo uno: sir Ian McKellen.

Mi personaje favorito es el que interpreto en ese momento, porque no quiero que los demás se pongan celosos. Pero como ahora no estoy actuando, mi personaje favorito soy yo mismo, dijo.

Pese a llevar más de medio siglo sobre las tablas (ha actuado en más de 250 obras de teatro) y contar con una multipremiada trayectoria en el cine, es difícil separar su nombre de uno de sus papeles más recientes y emblemáticos, el del mago Gandalf de El señor de los anillos.

“Soy un gran fan de Gandalf”, afirmó McKellen, quien se siente afortunado de que lo asocien con un clásico de la literatura anglosajona, cuya misión, además, es hacer el bien.

Buen hacer en la gran pantalla

Sus dos postulaciones al Óscar por Dioses y monstruos y El señor de los anillos, un Globo de Oro por Rasputín y el título de mejor actor europeo por Ricardo III dan cuenta de su buen hacer en la gran pantalla, al que se suman sus legendarias interpretaciones sobre las tablas en Romeo y Julieta, Hamlet o Rey Lear.

Incapaz de revelar dónde radica el secreto de su versatilidad (actuar es un poco como un misterio, es el libro que no soy capaz de escribir, afirma), McKellen explicó que hay dos tipos de actores: los que se interpretan a sí mismos o a una parte de ellos, y los más tímidos, que se disfrazan de otras personas. A mí me gusta disfrazarme, siempre busco algo diferente, señaló.

Sin embargo, sí tiene claro qué debe poseer un guión para sentirse atraído por él: algo nuevo, un director al que admire y respete, actores con los que desee trabajar, y sentir que sería una película que le gustaría ver en el cine. Y a la combinación de unos y otros se añade un ingrediente esencial: Debe tener algo que me haga no estar completamente seguro de ser capaz de interpretar, afirmó.

Su atracción por el desafío se manifiesta también en su abierta defensa de los derechos de gays y lesbianas: McKellen hizo pública su orientación sexual cuando en el Parlamento británico se debatía una ley por la que se intentaba prohibir hasta la mención de la palabra homosexual.

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El cine tiene su parte de responsabilidad social y no debe contar mentiras, dice McKellenFoto Ap

En aquel entonces, la industria del cine sólo reflejaba su ignorancia sobre la homosexualidad, señaló. El cine tiene su parte de responsabilidad social y no debe contar mentiras.

Afortunadamente, la situación ha cambiado y Hollywood empieza a hacerse mayor.

McKellen regresa así a un festival en el que su genialidad despuntó ya en 1985, cuando encarnó al sicoanalista de la hija de Trotsky en Zina, y que premió con la Concha de Plata su aclamada interpretación del realizador James Whale en Dioses y monstruos, dirigida por Bill Condon.

Esta noche, el colofón llegará con la entrega del Premio Donostia de manos de José María Pou, quien también participa en el certamen como protagonista del documental Máscares.

Lo único que he hecho en mi vida es intentar actuar lo mejor posible, por eso lo más gratificante de este Premio Donostia es que no es por un papel en particular, sino por toda mi carrera, señaló.

Cuerda para rato

McKellen, a sus 70 años, tiene cuerda para rato. Esto no significa que vea mi carrera como terminada, advirtió. En 2010 volverá a vestir la túnica de Gandalf en El Hobbit, de Guillermo del Toro.

Por otro lado, los directores españoles Antonio Naharro y Álvaro Pastor emocionaron este miércoles al público del festival con Yo, también, película que retrata la necesidad de las personas con síndrome de Down de amar de igual a igual.

Yo, también, presentada en la sección oficial a concurso junto con la australiana Blessed, de la directora Anna Kokkinos, busca mandar un mensaje de amor sin condicionantes, sin barreras, afirmó en rueda de prensa el actor Pablo Pineda, quien se convirtió en el primer afectado por síndrome de Down en conseguir una licenciatura universitaria en España.

La ducha de agua fría la puso la australiana Blessed, drama en torno de la relación madre-hijos.

Con distintas historias, Blessed muestra la vida de varios niños en un día, y revive el mismo día, pero desde el punto de vista de las madres, repasando sus relaciones de amor, odio e incomprensión.