n algunos días más el Senado recibirá del Presidente de la República dos ternas para ocupar el par de vacantes que se producirán en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Será una de las decisiones más relevantes que tengan que tomar los senadores durante su gestión, porque quienes sean designados ocuparán el cargo de ministros por un periodo de 15 años, durante los cuales participarán en la decisión de los asuntos más relevantes que impactan en la conformación de nuestra democracia y le dan contenido a los derechos de las personas.
Es muy complicado decidir quién debe ser nombrado juez constitucional. Me ha tocado participar en el nombramiento de jueces y magistrados federales, y en la elaboración de ternas de magistrados electorales. Por esta experiencia soy consciente de la dificultad que supone nombrar a quien debe juzgar con base en la Constitución.
En el caso del nombramiento de ministros, la Carta Magna establece algunos requisitos que se deben cumplir (edad, nacionalidad, título, experiencia profesional). Pero estas exigencias no son suficientes para determinar la aptitud de una persona para ser juez. Es necesario divisar otras cualidades personales para ello. No estoy en posición de señalar éstas, pero hay bibliografía al respecto.
Además de estas cualidades, debe tomarse en cuenta la filosofía judicial de quien va a ser supremo intérprete de la Constitución. Los ciudadanos tienen derecho a saber cómo concibe el mundo jurídico aquél que tendrá en sus manos la definición de sus derechos. Para conocer la filosofía judicial de una persona existen muchos métodos. En el caso de los miembros del Poder Judicial pueden analizarse sus sentencias. Pero ese procedimiento no abarcaría a los candidatos externos. Así, pues, la forma en que se puede conocer la ideología de los futuros ministros es mediante las entrevistas personales que realice la comisión correspondiente del Senado, en las que debe indagarse sobre algunos temas que son esenciales en el discernimiento del pensamiento jurídico de los seis aspirantes a ministros.
Un aspecto trascendental por descubrir es su concepto de Constitución y de interpretación constitucional. Para algunos no será otra cosa que una regulación de las fuentes del derecho. Para otros se trata de una verdadera norma jurídica, que vincula a todos los poderes públicos. Una norma distinta, porque su generalidad y abstracción se reflejan en una textura abierta, en una idea de pluralismo constitucional. Y esta idea se traducirá en una forma de interpretación progresiva y abierta que dé vigencia a la idea de límite al poder.
Otro aspecto interesante es su consideración sobre los derechos y sobre el papel que debe jugar la Suprema Corte en la definición de las libertades. Para algunos el alto tribunal no tiene nada que hacer frente a este tema. Otros pueden pensar que tiene el deber constitucional de defenderlas y aumentar jurisprudencialmente el patrimonio ciudadano de éstas.
Será importante también esclarecer su visión del Estado mexicano. Cada día la Suprema Corte de Justicia debe conocer más casos sobre este rubro. Determinar si el nuevo ministro está a favor de entregar el mayor número de competencias a la Federación, o si está en pro de fortalecer las competencias de los estados y de los municipios. Será interesante conocer la opinión de los candidatos a ministros sobre la configuración constitucional del Distrito Federal.
La razón por la que es importante conocer la filosofía judicial de quienes aspiren a ser ministros es por su vinculación con la legitimidad democrática del tribunal constitucional y su conexión con las preferencias de los votantes. Al sufragar por presidente de la República y por senadores, los ciudadanos están optando por cierta ideología para los nuevos ministros.
El cambio de perfiles en la Corte indirectamente se hace en las urnas. No en balde los votantes de otras naciones, como Estados Unidos, toman en cuenta esto. Buena parte de las campañas presidenciales se centran en el tipo de jueces que se propondrán para la Suprema Corte de ese país.
El nombramiento de ministros es una decisión que corresponde exclusivamente al Presidente y a los senadores. Pero a los ciudadanos les interesa conocer el perfil de los ministros que nombrarán, pues la impartición de justicia trasciende a la vida cotidiana, no es algo abstracto y lejano de la sociedad. Este conocimiento debe dar previsibilidad a la actuación de la Corte, al menos hasta 2012, cuando se renueven otros tres sitiales.