a declarada guerra futbolera esgrimida tan de malas maneras por Javier Aguirre no alcanzó a ser guerrilla. Si lamentables –y peligrosas– fueron las declaraciones bélicas del técnico mexicano, no menos preocupante fue la ausencia de futbol de sus soldados, aturdidos por la orfandad de liderazgo dentro de la cancha. Tal vez faltó que el Vasco saliera a jugar, o a romper alguna pierna. Dio la impresión de que los jugadores quedaron estupefactos desde el momento en que Aguirre pronunció tan desafortunadas declaraciones.
Por suerte, y hay que destacarlo, el público fue ecuánime y no aprovechó que ayer, precisamente, el Azteca se presentó nuevamente sin alambradas. Cien mil personas le dijeron al Vasco que el futbol no es una guerra.
Ya está el Tri reservando hoteles en Sudáfrica. La afición y los jugadores lo merecen. Unos y otros pusieron de su parte para lograr el objetivo. En este volcán de malas noticias llamado México hay que celebrar las buenas noticias, y ésta es una de ellas.
Otra cosa es que quienes se llevarán la gran tajada son los dueños del duopolio televisivo. Por cierto, dentro de la vulgaridad que uniforma a los comentaristas de una y otra cadena –compiten en despropósitos– merece mención aparte Roberto Gómez Junco, excelente en su etapa de futbolista y sensacional como analista. Escucharlo es un deleite.
Lo que debe preocupar a Aguirre y a su cuerpo técnico es que no hay un patrón de juego que defina a la selección. O dicho de otro modo, el Tri no sabe a qué juega. Hay buenos jugadores, buenos, no de excelencia, pero sigue dando la impresión de que no están todos los que son. Claro, es fácil decirlo, y también ponerse en la piel del Vasco desde la comodidad de la cantina.
Hace no tantos años a los equipos de la zona el Tri los zurraba a goles. Ese tiempo ya se acabó. Ellos crecieron y México se estancó. Asusta pensar qué puede pasar dentro de cuatro años, cuando de nuevo se juegue la calificación para el Mundial de turno. Urge una estrategia nacional que contemple, con las ayudas necesarias, el cuidado de la cantera desde la categoría infantil.
En caso contrario, si la política futbolera sigue siendo como es, inmediatista y resultadista, al Tri le irá como en feria. Mimbres hay, pero hace falta tiempo y paciencia para encontrarlos y para pulirlos.