ólo pensamientos negros esta semana, tan negra como la fiesta brava. Sólo afilados cortos circuitos que manan toque negros. Semana que nos confronta con el desamparo original. Ese que todos llevamos en la vida entre pesares y recuerdos obscuros.
La ciudad mientras tanto, mientras tanto, ay, enfrenta su propia muerte. Frente al fantasma del riesgo tecnológico que nos avasalla y nos enfrenta a lo irrepresentable de la muerte. Muerte que se canta quejumbrosamente a los dioses y ofrece la vida como tributo a la omnipotencia.
Silenciosa está la ciudad reflejada en el espacio que penetra por las pieles y el infernal abrazo nos cautiva con el espectáculo único de la destrucción. Sollozante ritmo de pesados lamentos en la ciudad que agoniza en intensas penumbras y paisajes desolados. Sólo toque eléctricos que nos regresan a la naturaleza impura como quería el torero poeta granadino Federico García Lorca, fatalista hasta la muerte, al llegar a Nueva York.
Nuestra mexicana vida marcada por su enemistad con la lógica, la vida convencional y el método, tiene otra manera de ser, de reaccionar, de definirse. La eficacia del a destiempo
, es decir de no pensar al mismo tiempo la fuerza y el lugar. Esa ilógica que sustituye unas palabras con otras, hasta encontrar la expresión que se dé, fácilmente en el ritmo de nuestra poesía de lengua española.
Mientras tanto, mientras tanto, ay
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la boca llena de excremento
Como quería Federico.