Editores manifiestan preocupación
Hay creciente sospecha de falta de voluntad política para realmente aplicarla: Espinasa
Jueves 22 de octubre de 2009, p. 5
Hace más de un año que Felipe Calderón Hinojosa firmó en ceremonia solemne el decreto que promulga la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro; sin embargo, sigue sin emitirse el reglamento que haga posible su aplicación. Esta situación genera incertidumbre en el ámbito editorial.
Éste fue el asunto medular de la mesa redonda La ley del libro: un paso adelante, en la cual representantes de distintos sellos editoriales expresaron sus preocupaciones y puntos de vista sobre esa omisión.
De acuerdo con la versión de varios de los participantes, el principal obstáculo para que el reglamento se publique vuelve a ser la cuestión del precio único, al que se oponen, desde dentro del propio Ejecutivo, argumentos de ortodoxia económica.
Tomás Granados, moderador de la mesa y coordinador editorial del Fondo de Cultura Económica, señaló que la publicación del reglamento es una atribución del Poder Ejecutivo a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que a su vez somete la propuesta a la revisión de la Comisión Federal de Mejoras Regulatorias (Cofemer), cuya función es que el reglamento no entre en conflicto con toda la normatividad y reglamentación vigentes en el país.
Lo más preocupante para Granados es que la Cofemer ha recuperado el argumento contra el precio único, considerando, en total apego a la ortodoxia económica imperante, que el precio debe regularse por la oferta y la demanda en el mercado.
Alarmante retraso
Después de más de un año de la promulgación de la ley del libro, a José María Espinasa, director de Ediciones Sin Nombre, le resulta alarmante el retraso en la publicación del reglamento. Mientras Tomás Granados considera que el trámite progresa, a pesar de todo, Espinasa se muestra más escéptico: Hay una sospecha creciente de una falta de voluntad política para realmente aplicar la ley.
La renovada polémica sobre el precio único “es absurda porque todas las experiencias demuestran que es en beneficio del lector y de la industria, pero hay quienes sigue hablando del dogma de la libertad y autorregulación del mercado, cuando ya vemos dónde nos tiene la famosa autorregulación.
Mientras no se publique un reglamento y entre en funcionamiento la ley, persistirán las típicas tácticas de descuentos, de saldos y de competencia desleal, que beneficia a muy pocos.
Desde la perspectiva del editor y escritor, nadie se va arriesgar a abrir una librería si no hay un precio único, pues sólo las grandes cadenas y tiendas departamentales estarán en condiciones de ofrecer descuentos.
Criterio económico vs diversidad
Pedro Huerta, director de Ramdom House Mondadori México, también se expresó en favor del precio único, sobre todo porque la diversidad y el contenido son muy importantes para el mercado mexicano, a diferencia del anglosajón, donde lo que más importa es el precio y el descuento
.
Huerta también se muestra alarmado y sorprendido por el hecho de que, después de un año de aprobada la ley, el reglamento siga atascado y no se logre crear un marco legal claro y coherente; lamentablemente esto es reflejo de todos los intereses que hay. Nosotros, como iniciativa privada, no deberíamos dejar que se detenga; nuestra visión es de largo plazo y no queremos que esto se convierta en un mercado de descuento
, que a corto plazo beneficia a pocos y a la larga atenta contra la industria y el mercado editoriales.
Quieren tratar al libro como un producto más, con un criterio económico que lo compara con un par de zapatos; lo que va a suceder es que se van a editar menos libros: entonces, es un criterio económico contra uno de diversidad.
En la mesa también participaron Víctor Mendiola, director del sello El Tucán de Virginia; Gerardo González, de Editorial Aldus; Diego Rabasa, director de Ediciones Sexto Piso, y Juan Arzoz, presidente del consejo directivo de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana.