Faltan figuras, porque muchos metidos a mecenas les han quitado el hambre a los novilleros
Para poder trabajar, la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros ha procurado conciliar, dice
Lunes 26 de octubre de 2009, p. a46
Paradójicamente, el gremio más modesto pero no menos importante de la llamada familia taurina, los picadores y banderilleros, lleva ya varios lustros dando ejemplo de unidad, defensa de sus intereses, solvencia y conciliación, mientras empresarios, ganaderos y matadores hacen alarde de todo lo contrario.
En la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros (UMPB) siempre hemos pugnado por defender nuestras fuentes de trabajo, pues de nuestra capacidad de negociación dependen unas 180 familias, y sólo hemos llegado a medidas extremas cuando estas fuentes laborales se han visto afectadas directamente. No estamos en contra o a favor de ninguna empresa sino empeñados en conservar nuestro trabajo con todas las empresas del país, aunque éstas tengan diferencias entre sí
, afirma convencido el experimentado picador en retiro Benigno González Carmona, mejor conocido en el medio taurino como el Beny Carmona, quien durante 16 años fungió como secretario general de su agrupación.
Nacido en el barrio de Tacubaya, Distrito Federal, en 1947, y miembro de una ilustre dinastía de picadores de toros iniciada por su abuelo Ignacio Carmona Carmona, que todavía llegó a picar sin peto, y continuada por sus tíos, primos, sobrinos e hijos, el Beny confiesa que en 1989 fue electo por sus compañeros como secretario general no tanto por su preparación como por su disposición para negociar y conciliar en el complicado y dividido medio taurino mexicano.
Nuestras principales dificultades son con empresarios eventuales y sobre todo advenedizos que mal conocen el negocio taurino y quieren llevarse todo de una vez. No pocas ocasiones nos han querido utilizar para que compremos pleitos con terceros. ¿La falta de figuras en los últimos años? Me parece que comenzó cuando muchos aficionados metidos a mecenas apoyaron sin criterio a novilleros con cualidades, rodeándolos de obsequios y comodidades, con tal de figurar también ellos, sólo que a los muchachos les quitaron el hambre de ser y ya no tuvieron necesidad de obtener esos lujos por su esfuerzo.
Otro factor, añade Carmona, cuyo padre no tuvo nada que ver con los toros, pues fue un pintor de brocha gorda que falleció cuando Beny tenía seis años, es que en la actualidad en este negocio muy pocos ganan dinero, al grado de que muchos matadores contratan subalternos locales o de la región, algunos buenos, otros modestos y poco fogueados. En otras épocas, los novilleros punteros podían llevar las cuadrillas de las figuras pues por su desempeño en el ruedo les alcanzaba el dinero para pagarlas.
“Se ha caído en un círculo vicioso –añade Benigno– en el que no hay estímulos económicos por parte de las empresas porque novilleros y matadores no se arriman ni emocionan, y no se arriman porque no hay estímulos, o cuando se han arrimado su actuación ha tenido escaso impacto en empresarios y medios. La crisis, más que de la fiesta, es de los taurinos, incluidos apoderados que realmente sepan no que sólo tengan dinero.
“Oye, cuando estás picando un toro, desde el callejón hay 10 que te gritan cómo hacerlo cuando en su vida se han subido ni siquiera a un carrusel. Si el toro queda bien de la suerte, es su mérito; si sale mal, la culpa es del picador. A esos no hay que oírlos, sino saber sentir la embestida del toro. Es falso que la puya quite la bravura, a lo sumo puede disminuir la fuerza, la aspereza o el poder del toro. Por eso el picador tiene que conocer muy bien la procedencia de cada astado que pica y observar su lidia desde la salida de toriles. Hay reses a las que apenas hay que hacerles sangre y basta, y otras que requieren más castigo, no para que se paren sino para que por su misma raza anden a gusto en la muleta. Igualmente hay que conocer la tauromaquia, recursos técnicos y temperamento del matador con el que sales.
“Al toro mexicano –concluye Beny– hay que ponerlo al caballo a una distancia adecuada, ni en los medios ni debajo del estribo, digamos a un metro fuera de las rayas. Si el toro es bravo, se pica solo. A mis tíos siempre les oí decir que los toros se pican con la mano y el pie izquierdos.”