Desde 2003 un grupo interdisciplinario trabaja 24 horas al día para disminuir los riesgos
La terminal aérea gasta anualmente unos 3 millones de pesos en el control de plagas
Unos 10 trabajadores, aves rapaces entrenadas y perros de presa son la base del programa
Lunes 26 de octubre de 2009, p. 39
Con un trabajo prácticamente desapercibido por los millones de usuarios que anualmente tiene el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), un reducido grupo de trabajadores, con ayuda de una decena de aves rapaces entrenadas y perros de presa, tienen la tarea de ahuyentar las miles de aves silvestres y migratorias que rondan las instalaciones aeroportuarias. Uno solo de esos pájaros podría ocasionar la caída de un avión, ya sea en despegue o aterrizaje.
Ubicadas en la ruta migratoria de varias especies de aves, las 747 hectáreas de la terminal aérea se asemejan a un oasis dentro de un mar de cemento
. Además, su colindancia con el parque ecológico Alameda Oriente y el antiguo lago de Texcoco, y su cercanía con el basurero del Bordo Poniente y el lago Nabor Carrillo, éste último con 13 kilómetros cuadrados de espejo de agua, convierten al AICM en un lugar atractivo para la fauna silvestre y roedores.
José Soto Pacheco, biólogo encargado del Plan de Manejo para el Control y Mitigación del Riesgo Aviario del aeropuerto capitalino, recuerda el accidente del 15 de enero pasado en Estados Unidos, cuando un avión de la compañía US Airways debió acuatizar de emergencia sobre el río Hudson, junto a la isla de Manhattan, luego de chocar en vuelo con una bandada. Eso no ha ocurrido aquí; trabajamos para que no pase.
Trabajos de noche
Desde 2003, el plan de control aviario se aplica ininterrumpidamente los 365 días del año. Desde hace un mes se incluyó el horario nocturno, con el cual se tienen cubiertas las 24 horas del día. Son diez trabajadores, entre biólogos, médicos veterinarios y técnicos ambientalistas, que trabajan con siete águilas harris, dos halcones peregrinos, un azor ruso y dos perros de caza para ahuyentar a las aves silvestres y locales, además de los roedores.
En un recorrido por el aeropuerto, tres de los veterinarios y encargados de las águilas y halcones explicaron el procedimiento de las maniobras, basado en la cetrería, arte de cazar con aves rapaces.
Consiste en llevar a las aves entrenadas al área de pistas para que realicen sus vuelos de ataque, con el objetivo de desalojar la fauna que representa un riesgo para las operaciones aéreas. Los horarios de mayor presencia de aves son el amanecer y al inicio de la tarde, por lo que estas horas son de mayor movimiento para el personal y aves del plan.
Los veterinarios explicaron que estas aves no se comen a los ejemplares que ahuyentan. Están adiestradas para realizar los vuelos de ataque y regresar con el entrenador, quien les surte de alimento en recompensa a su vuelo.
Por ejemplo, las águilas harris los ocupan para realizar vuelos bajos. Los halcones peregrino para los de altura, y el azor para ahuyentar pájaros más grandes y de mayor peso. Ninguna representa riesgo para las aeronaves, debido a que las primeras hacen vuelos muy bajos, apenas por encima de la cabeza de una persona, mientras las segundas, aunque elevan el vuelo, están entrenadas para volar a un lado de las pistas. Así, ninguna de ellas se mete en la ruta de los aviones, según explicaron los entrenadores.
En el último informe, el plan de control aviario reporta que entre julio de 2008 y junio de 2009 también fue atrapado un centenar de perros callejeros que traspasaron las mallas ciclónicas del aeropuerto; fueron trasladados al centro antirrábico.
Según el informe entregado a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnap), instancia del gobierno federal que controla y da el permiso para esta actividad, se ahuyentaron casi 50 mil aves, principalmente garzas migratorias, aunque se tienen clasificadas 39 distintas especies de fauna silvestre en la zona, entre las cuales están zanates, palomas, gorriones, lechuzas, patos e incluso seis águilas ferruginosas, estas últimas en diciembre pasado. Todas estas aves van de un peso de 125 gramos hasta kilo y medio, y representan un riesgo potencial a cualquiera de las 366 mil operaciones de aterrizaje y despegue que tiene el aeropuerto en un año.
Otros usos de la pirotecnia
Soto Pacheco explicó el trabajo realizado por los técnicos y veterinarios, con la colocación de trampas, redes y contenedores con cebo para los roedores y el uso también de la pirotecnia para ahuyentar la fauna silvestre. El año pasado 163 aves fueron capturadas y llevadas, según el ciclo migratorio, a la zona de los volcanes o al norte de la ciudad de México para que continuaran su ruta. El objetivo del plan es ahuyentar a las aves, no matarlas.
Con la colocación de 2 mil 401 contenedores de cebo en todo el perímetro del AICM se ha podido controlar y casi erradicar a los roedores, que según estimaciones de hace seis, años cuando se inició el programa, eran de unos 5 millones de ellos. Ahora su presencia es mínima.
El programa de riesgo aviario lo realiza la empresa especializada Servicios Profesionales de Control de Plagas, el cual se adjudicó mediante licitación, y por el cual cobra casi 3 millones de pesos anuales. La empresa presta este mismo servicio a cuatro aeropuertos más del país, pero son muy pocas las terminales aéreas del país que controlan sus plagas, pese a ser un requerimiento de las autoridades aeronáuticas.