¿Grrr o miau?
Gatería legislativa
Tenis y tuiterismo
Costillas de tigre
a a la desesperada, las comisiones senatoriales encargadas del enredo fiscal acordaron citar hoy al experto en catarros letales, Agustín Carstens, para entretenerse un rato mientras Beltrones y Peña Nieto acaban de deschongarse. En otra pista del Circo del Futuro, el secretario de la revolución democrática del pregabinete beltronista, Carlos Navarrete, se arranca contra el precandidato del copete fiscal, Quique Gaviotón, exigiéndole que explique las razones por las que impulsó en la Cámara de Diputados alzas impositivas que ahora el muchacho chido de la película, el jefe Manlio, está tratando de frenar o exterminar.
Beltrones y Navarrete (Beltrinaba) demostrando que la izquierda vendida jamás será mal negocio: par de nuevos héroes patrios que luchan denodadamente, uno contra el 16 por ciento de IVA y otros molinos hacendarios de viento, y el otro a favor del tuiterismo útil, la jugada de distracción que trata de convencer que sí se puede luchar desde el volátil mundo de Internet y no desde las calles o la movilización física. ¡Sí se puede!, promueven los medios de comunicación tramposos, encantados de apoyar
movimientos minoritarios, selectivos, invertebrados y sin seguimiento político real. Ya antes hubo marchas de blanco que sólo sirvieron para los intereses televisivos que las promovieron y para construir liderazgos aprovechables como el del empresario deportivo Martí. Luego hubo un movimiento a favor del voto nulo que solamente confundió, dividió y convalidó los resultados electorales que hoy tienen al país en la actual desgracia (parte de esos mismos encantadores intelectualizados de serpientes ahora hacen ruido de oportunidad exigiendo que los partidos políticos le bajen a sus gastos, como si el punto fuera encontrar posicionamientos
facilones para promoverse y demostrar que luchan
aunque sea por clichés insuficientes). Nadie se hizo cargo de esos movimientos
más que para apropiarse de liderazgos inflados. Así sucede hoy con los tuiteros
supuestamente convertidos en actores políticos decisivos, en ejemplo de la buena lucha social posible (por cierto, el senador Navarrete está hoy en la presidencia de la mesa directiva del Senado porque Beltrones le cedió el lugar estelar en esa cámara, como Ruth Zavaleta le había cedido a Beltrones el lugar estelar en San Lázaro el día de la toma ilusionista de posesión de Felipe Copperfield). Sin tanto argüende, los concesionarios o permisionarios de nuevas frecuencias de radio consiguieron que en la nueva normatividad impositiva aprobada en el Senado se les permita no pagar esas obligaciones durante los primeros cinco años de operación, pues los pobrecitos empresarios difícilmente obtendrán ganancias en ese lapso, según consideraron los comprensivos senadores (influyentismo necesario).
Día de fintas y tanteos, con los membretes representativos del empresariado poniendo el grito en el cielo de la Bolsa de Valores por la indecisión
de los legisladores y con producción variada de entretenimientos para que no todo mundo se tense o preocupe por la ruleta rusa económica que senadores y diputados juegan en estas horas: así saltó al escenario, por ejemplo, la recurrente duda sobre la identidad de los Aburtos (ahora, que unos certificados escolares, analizados por alguien que fue agente del Cisen, muestran historias diferentes del múltiple asesino solitario) y, para concentrar la atención del respetable en asuntos profundamente importantes, se convirtió en asunto vital para la nación el tema del costo y la marca de los tenis que un hijo de López Obrador llevó este lunes a la protesta a las afueras del Senado (acuciosidad periodística selectiva, con chismorreo que desemboca en la campaña mediática de desgaste a la figura de AMLO que desde el calderonismo se ha ordenado y se premia, sin que esas lupas histéricas toquen ni con el pétalo de una referencia crítica los casos de las verdaderas ofensas sociales que constituyen los comportamientos, prendas y costumbres de las elites políticas y económicas; clasismo pedestre abonado al clima de odio inducido).
Mientras sigue el jaloneo por el asunto de los ingresos pero, sobre todo, de los posteriores egresos, el tema de los trabajadores electricistas sigue acumulando pólvora y mechas. En la Carpa Bucareli se está representando una malísima obra de engaños en la que Alejandro Muñoz, el esquirol sindical habilitado por Los Pinos, acude, anhelante y comprometido, a presentar su plan de trabajo como representante sustituto del SME. Lleno de ilusiones y movido por su buena fe, Alejandro quiere restablecer la mesa de diálogo, sentarse a platicar, intercambiar ideas, opiniones y buscar una mejor salida
a los problemas actuales. El buen muchacho de la película financiada por Caldera Productions no es de inmediato aceptado por los caporales de la hacienda Bucareli, quienes anunciaron que se tomarán su tiempo para decidir si aceptan las propuestas del esperanzado Muñoz. Oh, ¿el patroncito Gómez Mont cederá a las peticiones del buen Alejandro, o lo acusará de tener ranchos con caballos finos y le cerrará las puertas de la capillita de Los enjuagues?
Así andarán las cosas que el prudente López Obrador se ha permitido la licencia literaria de decir desde la devastada Oaxaca profunda que la sociedad mexicana no quiere violencia, ese no es camino, pero le están tocando ya las costillas al tigre
. ¿Grrrr, o miau?, ese es el dilema felino. (Ca)Marchelo Ebrard, por su parte, organiza maullidos corales al agrupar tras de sí a las bancadas de la Asamblea de Representantes (incluso la panista, en un indicio de que algo se habrá concedido a los blanquiazules, tal vez alguna tregua respecto a Simitrio Dodi) para pedir al Congreso federal que respete la viabilidad financiera de la capital del país.
Y, mientras se ven las consecuencias políticas que tendrá para Humberto Moreira, de Coahuila, el haber sido el único gobernador que se opuso al 16 por ciento de IVA que los demás impulsaron en espera de mochadas presupuestales especiales, ¡hasta mañana, con FC confundiendo a Benedetti con Arjona!
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