Publican aquí la versión en español de su libro Por qué importa Frank Sinatra
A los mexicanos tendría que interesarles el personaje, para comprender la cultura de otro país, expresa el autor a La Jornada
Todo arte perdura cuando toca algún lugar secreto en el corazón
Sábado 7 de noviembre de 2009, p. 2
No se puede comprender otro país si no se comprende por lo menos algo de su cultura popular. Las claves para conocer una sociedad están más cerca de la calle, los músicos y el cine, que del Palacio Nacional y la Cámara de Diputados. Es por ello que a los mexicanos tendría que interesarles Frank Sinatra, plantea el escritor Pete Hamill, autor del libro Por qué importa Sinatra (Dirección de Literatura/UNAM, CNCA, DGE Equilibrista), que en 1998 salió en su versión original en inglés (Why Sinatra matters) y ahora aparece en español.
En el libro, Hamill, reconocido periodista y novelista, retrata al cantante y al hacerlo refleja una época de ese país. En entrevista con La Jornada conversó sobre Sinatra, los inmigrantes y su visión de la cultura.
Puente entre generaciones
–En Estados Unidos, Sinatra estuvo presente durante cuatro generaciones e indirectamente contribuyó a cambiar el estilo de vida. Pero si eres mexicano y Sinatra no es parte de tu historia sentimental, ¿por qué habrías de querer leer un libro sobre él?
–Hace mucho tiempo, en 1956-57, cuando era estudiante como parte del GI Bill (programa gubernamental que ofrece, entre otras cosas, educación a veteranos de guerra, en su caso la de Corea) en el Mexico City College, México me enseñó que no puedes comprender otro país, si no comprendes por lo menos algo de su cultura popular. Mientras más sabes, mejor.
“Entender lo que importa de Sinatra debería ayudar a algunos a entender mejor a Estados Unidos. Al mismo tiempo, pensar acerca de la cultura popular de otro país te hace pensar de manera más nítida acerca de tu propio país (al menos en mi caso fue así). Comprender la lucha libre, la permanen-cia de la máscara, el sentimiento de nostalgia por los pequeños pueblos, mientras se vive en las grandes ciudades: todo fue relevante en mi propia necesidad de comprender Nueva York, mi ciudad natal, la capital de los inmigrantes.
“¿Puedes decir que conoces México por haber examinado la vida de López Mateos?, ¿o también deberías saber sobre El Santo y Chamín Correa? En Nueva York, por ejemplo, una enorme cantidad de música popular ha tratado acerca de la soledad y la pérdida. Y el sentimiento dominante de la nostalgia y la alegría.”
–Concha Buika cree que ya no se cantan las canciones de José Alfredo Jiménez como lo hace Chavela Vargas, porque ella pertenece a una época, a una vida que ya no existe. ¿Se podrá decir eso de Sinatra?, ¿que canta desde una época que ya no puede ser comprendida por nuevas generaciones?
–No estoy completamente de acuerdo con Concha Buika como una forma de pensar a Sinatra. Rod Stewart ha cantado algunas piezas que Sinatra interpretaba, y Linda Ronstadt, y otros, sin cambiar por completo sus estilos, mientras seguían siendo fieles al significado básico de la música. Y Luis Miguel ha cantado las canciones de mi propia juventud en la ciudad de México, haciéndolas nuevas para los jóvenes, mientras validaba los gustos de sus padres.
“De algún extraño modo, ese tipo de evocación del pasado musical puede servir de puente entre generaciones, hacer que los hijos comprendan mejor a sus padres, mientras intentan abordar los imperecederos sentimientos humanos (no sólo la letra o la forma de los versos en las canciones).
“Conforme crecen los chavos estadunidenses, comienzan a comprender que el hip hop de verdad no incluye todo el rango de sentimientos humanos. Quizá Sinatra, Billie Holiday o Ray Charles puede mostrarles algo de la riquísima complejidad.
Y si son mexicanos, quizá sea Agustín Lara, Cuco Sánchez o José Alfredo Jiménez (todos presentes en Chavela Vargas). Toda la música, todo arte, alto y bajo, perdura cuando es bueno, esto es, cuando toca algún lugar secreto en el corazón humano.
El poder de la ósmosis
–En el libro menciona que varios de los grandes compositores y cantantes populares que crearon e interpretaron algunas de las piezas que serían parte del repertorio musical de Estados Unidos del siglo XX fueron hijos de inmigrantes, incluyendo a Sinatra. ¿Podría hablar sobre cómo la inmigración nutre otras culturas y cómo esto es contradictorio con el miedo antinmigrante?
–La música siempre está entre los regalos culturales que los inmigrantes dan a un país como Estados Unidos. La comida y el lenguaje son los otros. Cuando era joven, por ejemplo, el yiddish era el segundo idioma más hablado en Nueva York, y aún hay rastros/indicios (traces still remain). En estos últimos años, mi titular favorito en Nueva York salió en El Diario: ¡SERRANO DICE: YO NO SOY UN SHMUCK!
(Algo así como idiota, en yiddish.)
“Los irlandeses del siglo XIX fueron los verdaderos inventores de nuestra música popular, produciendo canciones-historias (muy parecidas a los corridos), y canciones de risa y burla de los ricos, y canciones que se dolían con la nostalgia por el país que dejaron atrás.
“Los judíos trajeron el ingenio, la ironía y un sentido europeo de la forma al modelo irlandés. Y más tarde (con los primeros discos para fonógrafo, por ahí de 1915), los italianos nos dieron la ópera (Caruso) y variaciones del bel canto. Todos fueron influenciados por la música única que creaban los afroestadunidenses, del ragtime al blues. La identidad estadunidense en realidad es una aleación, en la cual los metales individuales se unen en una resistente nueva forma que es más fuerte que sus partes.
“En Nueva York, la mayoría de la música de los latinos provenía del Caribe; sobre todo de Cuba, pero también de Puerto Rico y República Dominicana. Machito & his Afro-Cubans, Tito Puente, Tito Rodríguez... Y la comida. Los pocos restaurantes ‘mexicanos’ eran en realidad tipo tex-mex (huácala), porque no había muchos mexicanos aquí hasta mucho tiempo después (¡la mayoría de Puebla!). De todos modos, las estaciones de radio en español nos transmitían a Lara y otros, vía Los Panchos, Los Tres Ases, Lucho Gatica, etcétera. ¡El poder de la ósmosis!
“En lugares como Nueva York, casi no hay miedo al inmigrante porque es una ciudad de inmigrantes y sus hijos. Mis padres fueron católicos de Belfast que migraron debido a la constante discriminación anticatólica, incluyendo la posibilidad de trabajar. Estaban decididos a nunca hacer a alguien en Nueva York lo que les habían hecho en Belfast. No eran los únicos inmigrantes que se sentían así. Hubo judíos de Brownsville que murieron por España en 1937. Hubo neoyorquinos entre quienes liberaron los campos de la muerte de Hitler. Me gusta pensar que hubo neoyorquinos irlandeses entre los san patricios que murieron por México.
“Y si la Liga de Asustados Hombres Blancos llega a Nueva York a hacer una redada de mexicanos ‘ilegales’, y separarlos de sus hijos, primero tendrán que pasar sobre nosotros. Luego, haremos una gran fiesta de victoria en las calles, ¡y tocaremos a Sinatra y a Chavela Vargas!”
Por qué importa Sinatra se publica 10 años después de que salió en inglés, gracias al escritor Jorge F. Hernández, autor del prólogo y traductor de la obra: “‘Fue perseverante, y le estoy agradecido”.
Ése es apenas el segundo libro de Hamill en ser traducido (el primero fue Snow in August, Nieve en agosto). Escribió una biografía de Diego Rivera y una autobiografía, A drinking life.
Actualmente está por terminar su onceava novela y a principios de 2010 editará 130 cuentos que no han sido recopilados.