Puebla, Pue., 15 de noviembre. Desde la inauguración, el pasado viernes 6, con el concierto de NG La Banda, todas las actividades del Festival Internacional de Puebla (FIP) se han visto colmadas por un público gozón.

Ello revela una correcta estrategia de difusión entre los poblanos y la consistencia de un programa diseñado al gusto de ese público que mediante votación eligió qué ver y escuchar en su festival.

El tránsito humano en la undécima edición del FIP ha sido intenso, por las exposiciones, talleres, conferencias, artes escénicas, cine y conciertos

Los momentos destacables han sido muchos y variados, como el del maestrazo Terry Riley –el hombre que cambió el curso de la música del siglo XX, según The New York Times–, quien, acompañado de su hijo Gyan a la guitarra, se presentó el domingo 8 en el Museo San Pedro, elevando al máximo las almas de las más de mil 500 personas.

El pianista californiano ofreció un programa intenso, donde las obras de inspiración hindú —compleja red de cánones polirrítmicos y armónicos— fueron el eje. Riley, quien hace años experimenta técnicas de improvisación basadas en esas tonalidades, expuso cómo la voz expresada de manera natural con una línea melódica baja puede ser base de desarrollos armónicos complejos. De lo mejor del FIP.

Presencia de Finlandia

La música klezmer, judía y poco conocida en México, se escuchó la noche de lunes, con dos agrupaciones un tanto divergentes: Alamaaliman Vasarat, de Finlandia, y Klezmerson, de México. La primera mostró una amplia gama de estilos e influencias de la tradición jasídica, que incorpora sonidos e interpretación judía anterior a la diáspora.

La segunda, menos ortodoxa, interpreta una fusión de klezmer con son jarocho, ritmos latinoamericanos y elementos jazzísticos.

El jazz, siempre con cabida en el festival, estuvo representado por la cantante mexicana Magos Herrera y el saxofonista estadunidense Tim Ries. Primero cada quien en lo suyo; luego, con el apoyo The Rolling Stones Project, interpretaron juntos algunos temas de Distancia, álbum reciente de la jazzista, con el apoyo del saxofonista predilecto de los Stones.

La sorpresa del miércoles 11 fue Tony Sheridan, el primer Beatle, llamado así por haber grabado los álbumes iniciáticos de la banda británica cuando se hacía llamar The Silver Beatles. Este guitarrista rucanrrolero y huesero, famoso con Elvis Presley y AC/DC, entre otros –a quien muchos ya le habían cantado las exequias– apareció como Matusalén y, en plan de cantautor, llegó, entonó y convenció. Así de simple.

La inauguración del fabuloso museo José Luis Bello y los conciertos de Pablo Milanés y el talentosísimo pianista Harold López-Nussa marcaron la jornada del jueves.

El cabalístico viernes 13 fue de rock en todas sus variantes. Desde temprano las agrupaciones poblanas se dejaron escuchar en calles, plazas y principalmente en el Zócalo, donde destacaron los grupos Projekto Cero y The Tacits.

La música electrónica tuvo un espacio en el solar del Instituto Cultural. El atractivo proyecto de los guitarristas José Manuel Aguilera (La Barranca) y José Luís Domínguez (Cecilia Toussaint) tuvo buena aceptación en el patio del Museo de San Pedro, donde luego se presentaron los originales Tuxedomoon con música de avanzada, en la que siguen experimentando con expresiones disonantes, ritmos y armonías no convencionales que incluyen sonidos guturales, voces extrañas, atmósferas pregrabadas.

El sábado el festival siguió con actividades de alta calidad, donde destacaron las matutinas dedicadas a los niños; la charla del escritor rocanrolero Xavier Velasco; el jazz orgánico de Carmen Leñero; las puestas escénicas de Mario Iván Martínez; la música de Machamaca, y el grupo poblano El Clan, a los que hay que seguir y apoyar.