Sábado 21 de noviembre de 2009, p. a19
Wolfangus Amadeus Muzartus y su amigo Lorenzo da Ponte se divertían de lo lindo escribiendo óperas, Volfi la música y Lorenzo los textos. A partir de la trilogía de textos subversivos de Beaumarchais, por ejemplo, armaron alegres desmadritos que seguimos disfrutando en sus muchas variantes, ya la música sola, ya montajes audaces, ahora en una versión de audio que retomamos de una serie de óperas para niños lanzada hace meses en México por el infalible sello alemán Deutsche Grammophon y de la cual hemos presentado en este espacio algunos de entre la veintena de títulos que se consiguen en estos lares.
Ya hemos subrayado las virtudes de esta colección: se trata en la mayoría de los casos de las mejores versiones discográficas de los respectivos títulos, los directores de orquesta idóneos en cada caso, los repartos más selectos y, como se trata de una serie dirigida a niños, se hicieron estupendas ediciones para contarlo todo en una hora, en lugar de las tres o cuatro habituales y los cuadernitos que acompañan cada disco contienen el texto del libreto, pero convertido en un cuento para niños.
Las estupendas ilustraciones conforman otro de los grandes aciertos de esta serie.
En los títulos elegidos para este día, ponemos como ejemplo de la buena calidad de las varias formas de relato que contiene esta sucesión de discos, la ilustración de aquí juntito, donde Querubino salta por la ventana, para caer sobre una maceta, auxiliado por Susana porque el Conde toca a la puerta, que está atrancada, como creyendo una infidelidad de la Condesa, pero en realidad es uno de esos típicos juegos laberínticos de las comedias de enredos, los equívocos inteligentes.
Es una escena de Las bodas de Fígaro. El director de orquesta es Karl Böhm, para muchos la máxima batuta mozartiana. La adaptación del texto es de Lucía Moreno Velo y las ilustraciones de Javier Termeñón.
Mencionar los nombres de algunos integrantes del elenco basta para los conocedores: Dietrich Fischer-Dieskau, Gundula Janowitz, Edith Mathis, Herman Prey, Tatiana Troyanos... los mismísimos semidioses del Olimpo de la ópera.
Valores semejantes hallamos en la versión para niños de Carmen, esa preciada ópera de Bizet, aquí dirigida por Karajan y protagonizada por Agnes Baltsa y José Carreras. Al encanto irresistible de esta obra maestra se añaden los valores enlistados líneas arriba.
Así como disfrutabilísima resulta la lectura, escucha, revisión de La Cenicienta, la ópera de Rossini (ilustración de arriba a la derecha) que ofrece una aproximación muy gozosa de este cuento de hadas revisitado por Perrault, los Grimm y Walt Disney.
El éxito rotundo de esta serie confirma, de nuevo, que quienes más saben, realmente, de ópera, son los niños. Al contrario de los operópatas, ellos sí entienden.