LFC fue sometida a generar poca energía; particulares, los ganones
Durante 20 años trabajadores se las ingeniaron para evitar desastres
Lunes 23 de noviembre de 2009, p. 8
El bajo nivel de generación de energía eléctrica al que fue sometida Luz y Fuerza del Centro (LFC) desde hace más de dos décadas puso a la capital del país y sus alrededores en permanente riesgo de colapso de voltaje, señaló el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Los trabajadores del extinto organismo se las ingeniaban para evitar un desastre (el último gran apagón ocurrió en 1981). Tenían identificadas al menos ocho condiciones propicias que pudieron provocar una falla de graves consecuencias, entre las que se encuentran equipos obsoletos y una red de transmisión congestionada.
Mientras LFC tenía una capacidad instalada de generación de mil 174 megavatios (MW), equivalente a 1.4 por ciento de las necesidades en su área de influencia, las empresas privadas subcontratadas por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) aumentaron significativamente su participación durante el periodo 2000-2008 (último corte disponible) al pasar de 3 mil 586 a 18 mil 807 MW, esto es, la tercera parte del total nacional generado en la actualidad.
El margen de riesgo aumenta a fin de año, por la demanda de las fiestas navideñas. Ahora, la zona de LFC es atendida por la CFE, paraestatal que, a su vez, subcontrató a empresas privadas, las cuales no han podido solucionar fallas en el suministro desde el 11 de octubre, día que fue declarada extinta LFC por decreto presidencial.
El principal obstáculo para el desarrollo de LFC consiste en que, ante el déficit de generación, sus necesidades se abastecen con plantas de la CFE alejadas de la zona central, en 65 por ciento.
Alerta permanente
Según estudios, el máximo déficit recomendado es de 51 por ciento, nivel que ya rebasamos, por lo que la operación la realizamos en un estado de alerta o emergencia permanente
, advirtió el SME antes del cierre de Luz y Fuerza.
Año tras año, los trabajadores y su sindicato insistieron en la urgente necesidad de modernizar las plantas de generación y la construcción de otras.
Pese al mal estado de la red en el sector central, los electricistas de LFC, despedidos de su empleo el 11 de octubre pasado, tenían una estrategia –defensa preventiva
– para hacer frente a las alertas y evitar colapsos.
Héctor Paniagua, responsable de la Comisión Técnica del SME, explicó que los trabajadores de LFC eran los encargados, pese al bajo nivel de generación permitido, de hacer frente a la hora pico (entre siete y ocho de la noche) en el área de influencia del ahora extinto organismo, la cual, si bien significa 1.04 por ciento del territorio nacional, tiene una densidad de población muy alta y 6.1 millones de usuarios.
El último apagón que tuvimos fue en 1981, por una falla en una subestación de la CFE, y a partir de entonces no hemos tenido apagones gigantescos, como sí ha ocurrido en Brasil o Nueva York. Ese esfuerzo, pese a que no tenemos generación de energía, es algo que no nos pueden criticar. Con ello se demuestra que (las fallas en la administración de LFC) no es culpa de los trabajadores
, señaló el ingeniero.
Las condiciones propicias para apagones, según el SME, son: red de transmisión congestionada (insuficientes líneas de transmisión e insuficiente soporte de potencia reactiva), bajo nivel de inversiones, estrechos márgenes de operación en el sistema, equipo obsoleto propenso a fallas, falta de recursos para mantenimiento, y condiciones atmosféricas adversas.
Desde la creación de la CFE, en 1937, se empezó a limitar la generación de energía del organismo que atendía la zona central, aunque en 1940 todavía generaba la totalidad de energía que requería.
El ingeniero Paniagua explicó que el abastecimiento de energía al Área de Control Central (ACC), por medio de los enlaces con las áreas de control adyacentes, oscila actualmente entre 5 mil y 6 mil MW.
Las repercusiones
El aumento de flujo por los enlaces provoca el incremento de las pérdidas en la transmisión y la inseguridad del sistema eléctrico interconectado, lo que repercute en una disminución de la calidad del servicio.
A ese contexto se agrega, como se ha difundido, la problemática que representó para LFC la compra de energía en bloque a la CFE.
En 1996, el total de energía contabilizada a LFC fue de 40 mil 557 gigavatios hora (GWh); de este bloque, se entregaban 10 mil 173 a CFE; se vendían 24 mil y se perdía el resto (14.9 por ciento). Las pérdidas eran básicamente por razones técnicas y sólo mil 968 por ilícitos.
Doce años después, en 2008, el volumen de energía adjudicada a LFC era de 49 mil 44 GWh, la entregada a CFE mil 365, y la energía vendida 30 mil 551.8. El porcentaje de pérdida era de 32.45 por ciento (0.34 menos que el año anterior), lapso en que por primera vez se había detenido el aumento de pérdidas.
De esas pérdidas totales, 15 mil 913 GWh, las técnicas eran por 6 mil 603 GWh y 9 mil 309 por ilícitos.
Sin embargo, en el periodo en referencia se disparó el gasto para comprar energía a CFE, al pasar de 10 mil 489 millones de pesos en el año 1996 a 60 mil 728 millones de pesos al cierre de 2008. Es decir, todo lo que captaba LFC –por venta de energía a sus usuarios– lo daba a la CFE y todavía salía debiendo.