Una ocasión especial fue la noche del pasado martes, cuando reapareció Charles Darwin y de milagro el mismísimo Dios no sólo para entablar un diálogo con sus seguidores, sino para conmemorar el día preciso –a 150 años– de la publicación de El origen de la especies, del biólogo inglés, que sostiene una de las teorías que más conocimiento científico ha generado en el mundo.

El Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso fue insuficiente para dar cabida a los asistentes al espectáculo Diálogos entre Darwin y Dios, por lo que alrededor de un centenar de personas se quedaron fuera del recinto.

Antes del montaje, Esther Orozco Orozco, directora del Instituto de Ciencia y Tecnología del Gobierno del DF, y el investigador Julio Muñoz Rubio explicaron los fundamentos y la relevancia que tienen los estudios y descubrimientos de Darwin para las sociedades y muy particularmente para México, donde vivimos tiempos difíciles y de oscurantismo; donde la educación laica y científica es la clave para salir adelante a corto, mediano y largo plazos, manifestó Orozco.

Encarnados por la creadora escénica Jesusa Rodríguez, Darwin y Dios estuvieron acompañados al piano por la compositora Liliana Felipe, quien fue asistente del primero y en cierto momento se convirtió en diligente secretaria recepcionista del segundo.

Como en sus anteriores conferencias, intercalando ingeniosas improvisaciones, Darwin explicó con singular visión científica cómo México es el único país que involuciona, debido a la presencia de ciertas especies político-biológicas que aquí se desarrollan y causan ese fenómeno.

Darwin, quien en esta ocasión hasta rindió un homenaje a Michael Jackson, bailando el pasito de Moonwalk, habló sobre el origen de la humanidad, aunque su investigación se centra en la historia de nuestro país, según se plasma en el mural Sueño de una tarde de domingo en la Alameda, de Diego Rivera. Con él explicó de manera científica cómo hoy día, si bien siguen siendo las mismas figuras que representan la injusticia, la avaricia y la explotación, lo que ha cambiado (involucionado) son los rostros.

Carroñeros oportunistas

Una lista de “carroñeros oportunistas, asesinos, pederastas, inquisidores contemporáneos, pájaros pinchones, depredadores chatarra, chuchos, damas de sociedad, pájaros bobos, cinicusantropus ojeisis, delincuentes del crimen organizado”, entre otras especies, son los nuevos rostros en ese mural.

Rostros como los de Elba Es-ther Gordillo, Carlos Slim, Beatriz Paredes, Javier Lozano, Roberto Hernández, Genaro García Luna, Enrique Peña Nieto, Diego Fernández de Cevallos, Marta Sahagún, Vicente Fox y Felipe Calderón forman una peculiar especie, que a decir de Darwin, es una mafia coludida conformada por el PRIAN.

Dios apareció de milagro para tener mayor interactividad con los asistentes, a quienes cuestionó si alguien tiene pruebas de que Dios no existe.

Tan diversas fueron las respuestas, que hasta el mismo Dios terminó dudando de su propia existencia.

El origen de las especies, comentó Jesusa al término del espectáculo, es quizás el libro más influyente en los pasados siglos, pero en el país Darwin no es celebrado como debiera. Si uno se fija no existe un solo monumento en reconocimiento a sus aportaciones; existen dos calles y quizás algunas veterinarias Darwin.

Salvo ciertas instituciones universitarias o académicas, en general el escaso reconocimiento al científico tiene que ver con las campañas mediáticas “de estupidización de la Iglesia, la estupidización neoliberal del: no piensen, no lean, no conozcan, no se informen sobre la teoría de la evolución. Qué se puede esperar si en gabacholandia todavía siguen discutiendo sobre el creacionismo. Eso ejemplifica que todavía estamos muy atrasados. Según Marcelino Cereijido, en México existe un analfabetismo científico.

Muchos son los intelectuales y artistas que no hablan sobre la importancia de la ciencia; de que un país sin ciencia nunca va a avanzar. Se golpea a la educación y a la ciencia todo el tiempo, recortando su presupuesto. Tenemos un gobierno de derecha retrógrado y por ello es lógico que Darwin pase inadvertido, porque nadie quiere saber nada de evolucionar.