Festival navideño
a ciudad empieza a prepararse para las celebraciones decembrinas. En este ambiente tuvo lugar, el fin de semana pasado, el primer Festival Gastronómico Navideño del Centro Histórico en el claustro del convento de Regina Coeli, que se ubica en la calle del mismo nombre, esquina con Bolívar. En la organización participaron Ritos y Retos, la Autoridad y el Fideicomiso, todos del Centro Histórico.
Este convento, fundado en 1553 según algunos, o en 1570 según otros, fue reconstruido y reinaugurado en 1731. Ahí tuvieron su sede las monjas concepcionistas que amasaban el pan y, cuenta Guadalupe Gómez Collada, fueron famosas por sus eficaces emplastos y pomadas para paliar dolores.
La iglesia principal se conserva y luce sobria fachada labrada en cantera gris; lo mismo ocurre con la capilla de los Medina Picazo, familia que contribuyó de manera importante al sostén de ese monasterio de clausura.
En algunos de los patios, pues otros corresponden a un asilo administrado por una fundación de beneficencia, diversos restaurantes del Centro ofrecían especialidades navideñas; fue el caso de las tortas de bacalao y romeritos de El Cardenal, de El Águila Real, de Sanborns y aun del grupo cultural Ritos y Retos.
También se podía degustar comida yucateca del Coox Hanal, tacos de los restaurantes Carnitas de Tehuacán y El Taquito Restaurant Taurino, antojitos de El Huarache, dulces y otras delicias árabes del Al Alandalus y el H’elus, picones y jamoncillos de la más que centenaria Dulcería de Celaya, buñuelos de Mi Abue, rompope de sabores, chocolate, pan de yema y quesillo de Oaxaca surtidos por Yolanda Moguel, así como almendrado, adobo de avellana y otros moles de Gourt Mole.
Para empezar no faltaban los mezcales, la cerveza y las aguas frescas para acompañar, y el centenario café Equis para cerrar. El Mercado de San Juan estuvo representado por los embutidos de El Porvenir y los quesos de Gastronómica San Juan.
Había amplios espacios para comer entre amigos y la familia. Los estudiantes de la Universidad del Claustro de Sor Juana y el chef pastelero del Al Alandalus impartieron clases y talleres de cocina. También se podían adquirir panes y pasteles de la Casa de Oficios de la Fundación Centro Histórico y de la pastelería Del Camino.
La Zamorana ofrecía los adornos de papel picado y los farolitos navideños; algunos establecimientos tomaban pedidos para la cena de Navidad. Los comerciantes entregaron las ganancias recaudadas al asilo que ahí se encuentra. Deseamos larga vida a este acto, que esperamos se repita el próximo año.