Únicamente la verdad, de Gabriela y Rubén Ortiz, se estrenará en el teatro Julio Castillo
La obra se ideó hace 10 años y retoma el personaje del corrido Contrabando y traición
Que se monte en un momento actual de violencia extrema es una coincidencia necesaria
: director escénico
La traición y el contrabando son cosas incompartidas, dice el corridoFoto Yazmín Ortega Cortés
Lunes 8 de marzo de 2010, p. a10
¿Casualidad o mirada visionaria? Lo cierto es que cuando la compositora Gabriela Ortiz y su hermano Rubén, el libretista, comenzaron a trabajar en la ópera Únicamente la verdad. La verdadera historia de Camelia, La Tejana, hace más de 10 años, nunca imaginaron la dimensión de realismo y veracidad que ésta habría de cobrar dadas las actuales circunstancias de extrema violencia que sufre nuestro país.
La intención de ambos en ésta, su primera incursión en el género operístico, consistía en explorar cómo se crea un mito popular, para lo que decidieron retomar diversas versiones sobre ese famoso personaje femenino del corrido Contrabando y traición.
Finalmente, la asociación que Camelia, La Tejana, tiene con el mundo del narcotráfico, y toda la violencia inherente a éste, propició que a la postre los hermanos Ortiz concibieran una obra artística que resulta un fiel y crudo espejo o retrato de lo que hoy tristemente define la realidad mexicana: el narcotráfico, las ejecuciones sangrientas, la violencia compulsiva, la inmisericordia.
Sonaron siete balazos
Y suenan los primeros balazos y caen también los primeros de muchos, muchos muertos. Pocos son los que logran huir de la furia de los Ak-47, los letales cuernos de chivo. Entre ellos una bella mujer que habrá de desaparecer para siempre luego de haber liquidado a su amante tras verse traicionada por éste.
Salieron de San Isidro, procedentes de Tijuana, traían las llantas del carro repletas de mariguana...
De Únicamente la verdad se dice que, más que una ópera, tiene formato de oratorio, pues no hay diálogos y los cantantes se dirigen directamente al público para exponer la historia. Y así es, según pudo corroborarse en uno de los ensayos de esta obra.
El escenario está prácticamente vacío, salvo por una enorme estructura cuadrada de madera que yace en el aire sustentada por decenas de pilares. Este gran cuadrado tiene a su vez una amplia abertura en su centro. La parte baja de la misma es utilizada como foso para la orquesta, la cual está integrada por 15 músicos; mientras en la superior se eleva otra estructura, ésta de metal, que representa un puente.
La parte trasera del escenario, lo mismo que las laterales, están recubiertas de tela negra. Sobre ese fondo serán proyectados a lo largo de la obra diversos videos que respaldarán o complementarás las acciones que transcurren sobre esa enorme plataforma cuadrada.
Esa es toda la escenografía, además del juego de luces. El vestuario, en tanto, se apega a la indumentaria propia del norte del país: hombres y mujeres con pantalones vaqueros ajustados, lo mismo que las camisas; botas picudas y sombreros tejanos; pistola al cincho.
Sonaron siete balazos, Camelia a Emilio mataba, la policía sólo halló una pistola tirada, del dinero y de Camelia nunca más se supo nada.
Habían logrado cruzar un importante embarque allende El Bravo y para ella fue imposible soportar que su hombre intentará dejarla a su suerte y cambiarla por otra. El contrabando y la traición son cosas incompartidas.
Y así nació la leyenda, el mito: Camelia, La Tejana, personificada en esta puesta por la cantante Nieves García, quien comienza a desaparecer de la vista de los espectadores, subida en un puente, vestida toda de negro, sombrero y botas en el mismo color, al tiempo que entona a capela Contrabando y traición.
Ha transcurrido hora y media y diversos son los testimonios que, en voz de una decena de cantantes, se han dado sobre ese personaje, algunos de ellos contradictorios. Unos la ubican como una prostituta que vivió en Tijuana; el autor de Contrabando y traición dice que es producto de su imaginación, e incluso un reportero, un tenor que encarna a un reportero de La Jornada, entrevista a una mujer que nunca niega que ella sea la Camelia del corrido.
Desde el principio la música suena muy contemporánea. Aunque en varios momentos se escuchan ciertas citas de cumbia norteña o corrido. Es una música que de lo festivo, como en la escena de un baile, pasa a lo dramático e incluso a lo doloroso, como cuando se suscita una persecución o algún enfrentamiento entre narcos.
Guitarra eléctrica, acordeón y hasta copas de cristal con agua son utilizadas por Gabriela Ortiz como recursos sonoros, así como música y efectos pregrabados, además de que, en ciertos pasajes, los solistas y el coro son sonorizados electrónicamente para lograr ciertos efectos dramáticos.
No es difícil percatarse del papel principal que la compositora da a la voz en prácticamente toda la obra, cuya mayoría de texto es en español, salvo dos o tres escenas que son en inglés.
¿Mito o realidad?
Quienes participan en el montaje de este título, el cual tendrá su estreno nacional este 11 de marzo, en la inauguración de fmx Festival de México, están convencidos de que seguramente esta ópera resultará controvertida, por su temática, al tocar puntos y situaciones sensibles, dolorosas, que están muy en la epidermis de nuestra sociedad.
Explica al respecto Mario Espinosa, director escénico del montaje: “Qué bueno que una obra de esta naturaleza sea posible, porque son reflexiones necesarias; el arte sirve también para eso, para hablar de lo que vivimos, nos guste o no.
“Aunque en realidad se trata de una coincidencia, pues los hermanos Ortiz prepararon esta ópera hace más de 10 años, y ahora que está lista pareciera que la sociedad se ha puesto de acuerdo para que fuera el momento más propicio para estrenarla.
Incluso los debates sobre el arte y la música y lo que está sucediendo en el mundo del narcotráfico están a la orden del día; si es prudente o no hablar de estos temas, es algo que también se cuestiona. Entonces, es una coincidencia, no puede decirse que feliz, porque no creo que sea algo que la sociedad desee, pero sí una coincidencia necesaria, porque es un tema ineludible.
Agrega el director de orquesta José Areán, quien se encarga de la parte concertadora: “La propuesta de Gabriela y Rubén Ortiz en esta ópera era explorar la creación de un mito popular, sobre todo un mito como Camelia, La Tejana. Precisamente lo que los autores dejan al aire es la pregunta de si es mito o realidad.
“Es en el contexto actual que la obra adquiere una fuerza muy grande, no sólo porque está el tema específico del mito, sino porque aborda una realidad inocultable: el clima de extrema violencia que se ha extendido por todo el país.
Entonces, aunque pareciera algo preconcebido o planeado, se trata de una coincidencia que esta ópera aparezca ahora. Mario Espinosa nos pone un espejo en frente. Creo que ésa es una de las labores del artista. No se trata de negar ni tampoco ensalzar una realidad violenta, sino mostrarla tal como es.
Reflexión y controversia
De acuerdo con ambos artistas, quienes fueron entrevistados por La Jornada en el intermedio de uno de los ensayos del montaje, efectuado en el teatro Julio Castillo, donde serán las tres funciones, Únicamente la verdad indiscutiblemente tiene un contenido y un mensaje social, aunque insisten en que ése no fue el propósito original de los autores.
Será muy interesante la discusión que genere esta obra, la cual será controvertida en muchos aspectos. Qué bueno que lo sea, porque pone en evidencia y a flor de piel, sobre todo en el escenario, una realidad fuerte; lo que tenemos que hacer es verla, observarla y entenderla mejor
, precisa Areán.
No considero que esta obra tenga un contenido social específico, porque no es un panfleto. Esta obra no tiene nada que ver con tratar de demostrar a la gente una realidad equis de manera explícita. Es una versión estética sobre la realidad; eso puede generar reflexión y hasta controversia; pero hasta allí.