Londres, 8 de marzo. Las mujeres jefas ya no son extrañas en el mundo corporativo, donde las principales compañías consideran un deber aplicar programas que garanticen la igualdad de género y la diversidad.

La incorporación de horarios flexibles de trabajo, licencias por maternidad y redes de mujeres se volvieron la norma en muchos sectores.

Sin embargo, la diversidad de género en el mundo de los grandes negocios genera la ilusión de que los problemas están resueltos, lo que hace más difícil detectar una sutil discriminación e incluso puede afectar a las mujeres jóvenes que inician su carrera.

Las más jóvenes tienen problemas para conectarse con las redes femeninas en el trabajo porque consideran que pertenecen a la generación de sus madres, afirma Elisabeth Kelan, profesora del Departamento de Trabajo y Organizaciones del King’s College, en Londres.

Elisabeth Kelan describe esta situación como fatiga de género. Esto implica que las personas en el lugar de trabajo no tienen energía para lidiar con algo que ya no ven como un problema.

La investigación que realizó para su libro Performing Gender at Work, concluyó que las mujeres jóvenes no estaban comprometidas con las redes femeninas, porque muchas los consideran meros clubes para quejarse.

Esto hace que estén privadas de dar su opinión y no tengan un espacio donde debatir los problemas de género que sufren en el trabajo, agregó.

Las compañías hicieron grandes esfuerzos por contrarrestar la discriminación de género mediante el nombramiento de funcionarios dedicados al tema de la diversidad, así como por medio de la creación de programas que elevaron la igualdad entre ambos sexos.

Sin embargo, las mujeres siguen siendo minoría en los puestos más altos y tienen dificultades para mantener su estatus en la carrera después de haber tenido hijos.