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Corre la temporada 34 de la clásica coreografía con la Compañía Nacional de Danza

El lago de los cisnes ha logrado formar un público de ballet, afirma Sylvie Reynaud

El gusto por este espectáculo se ha multiplicado por generaciones, dice la directora artística

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En cinco escenarios dispuestos en el islote del Lago de Chapultepec, más de 120 bailarines interpretan la historia con música de TchaicovskyFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Lunes 15 de marzo de 2010, p. a14

Anochece. Un ambiente nostálgico invade al islote del Lago Menor de Chapultepec, mientras los árboles cobijan con sus ramas un castillo de cuento de hadas, cuya imagen se refleja en el espejo natural de las aguas del emblemático lugar.

Este es el escenario de El lago de los cisnes, espectáculos dancístico que llega a 34 temporadas con una parafernalia que remite a la infancia y a mágicas historias.

El lago de los cisnes reúne en cinco espacios del islote a cerca de 120 bailarines de la Compañía Nacional de Danza, quienes se apoderan de la atención del público, pese al frío nocturno.

A la distancia se escuchan las indicaciones de los directores del montaje coreográfico, con las que una y otra vez ubican a los bailarines en sus posiciones, para que cada presentación se la mejor de las más de 900 que se han han montado desde 1977.

El príncipe, la reina madre, la corte, los caballos, los carruajes, las embarcaciones, la música de Tchaikovsky y los movimientos de los jóvenes artistas completan el espectáculo, de finales del siglo XIX, con arreglos coreográficos de Lev Ivanov y Marius Petipa.

Como todo cuento de hadas, se escucha la voz de Jorge Kellog, la cual es ya emblemática para este montaje: Érase una vez un príncipe desenamorado que debía desposar a una doncella, para lo cual la reina madre organiza un baile con el fin de que el heredero al trono elija a quien lo acompañará en el trono.

La historia de amor, que fusiona danza y música clásica, es sobre la historia de Sigfrido, príncipe que al llegar a la mayoría de edad es invitado por sus amigos a una cacería en el lago cercano con el propósito de distraerlo de su indecisión para elegir consorte.

En ese lago, Sigfrido conoce a Odette y a su corte, quienes fueron hechizadas por el brujo Von Rothbart, quien por celos y venganza interpone a Odile –cisne negro– para que el príncipe se enamore de ella y rompa los votos del primer amor.

Los vestuarios de los cisnes blanco y negro se distinguen de los demás por ser los de las solistas. El ballet femenino que acompaña a Odette resplandece con sus tules blancos, mientras, a lo lejos, se observan una serie de luces fosforecentes que enmarcan la entrada al lugar que habita el temible Von Rothbart.

Hacia el final del ensayo, los bailarines padecen el enfriamiento muscular debido a las constantes indicaciones que reciben. El primer bailarín, Harold Quintero, ataviado de príncipe, gira, hace reverencias y con elegancia reinicia los movimientos corporales. Mientras Odette se cubre con más ropa para resistir la última parte del ensayo.

Sylvie Reynaud, directora artística de la agrupación del Instituto Nacional de Bellas Artes dijo este montaje cobra mayor relevancia cada año debido a la calidad técnica de los bailarines y al atractivo del escenario natural.

Además, dijo, la de este año será una temporada conmemorativa, porque Sandra Bárcenas y Raúl Fernández, primeros bailarines de la CND se retirarán de los escenarios a finales de este año.

La magia no se debe perder, explicó Reynaud, al resaltar la singularidad de la isleta del Lago Menor del Viejo Bosque de Chapultepec.

En esta ocasión los árboles fueron iluminados de diferente forma porque ya no se pueden poner focos sobre ellos; ahora deben estar escondidos y colocados en una armazón para no dañar este bello escenario.

Lo más difícil durante estos años, dice la directora artística, ha sido cumplir la meta de formar un público de ballet, para lo cual este espectáculo ha sido muy benéfico, porque ha captado una cantidad muy grande de público, que se ha multiplicado por generaciones.

Este año, la CND también presentará otros cuentos clásicos, como La bella durmiente, en la explanada del Castillo de Chapultepec, y La cenicienta, cuyo escenario será el Palacio de Bellas Artes, en septiembre próximo. Además de Giselle en el Teatro de la Ciudad.

La idea original del montaje de El lago de los cisnes es de Felipe Segura, y tiene arreglos coreográficos de Laura Echeverría, Jorge Cano y Carlos López; diseño de vestuario de Antonio López y escenografía de Víctor Flores. Funciones, de miércoles a domingo a las 20 horas.