Vestido de azul y oro para debutar el sábado en la tercera corrida de las Fallas de Valencia, Arturo Macías El Cejas abandonó la arena empuñando la primera oreja de su campaña en el reino de Juan Carlos I y con la pierna izquierda al desnudo y sangrando por la herida que le asestó el segundo toro de su lote. Después de pasar inédito ante su primero, el artista de Aguascalientes se plantó de rodillas en los medios para recibir al quinto de la tarde, y gracias a esa actitud se echó al público a la bolsa.

Después de cuajarle una buena faena de muleta a una res con trapío y cara, a cuyo estilo no estaba acostumbrado, Macías resolvió jugarse el todo por el todo al realizar la suerte suprema, y lo que ocurrió fue un tanto desconcertante. Se perfiló para entrar a matar, pensando, según declaró a la prensa, que debía reventar al toro. Y en efecto, hizo el volapié y hundió el acero en todo lo alto, pero en ese momento ocurrieron dos cosas simultáneas.

La bestia le pegó la cornada en la cara externa del muslo derecho y, al sentirse herido, Macías apretó con más fuerza la empuñadura del estoque, de modo que al ser lanzado al aire por la fuerza del bicho lo extrajo del morrillo. En seguida acudieron las asistencias, lo rescataron y el cornúpeta entró en agonía, así que dobló y la gente sacó los pañuelos, conmovido por la entrega del aguascalentense.

Por fortuna, la cornada no es grave y Macías abandonará el hospital en el curso de esta semana, para continuar su preparación con vistas a la feria de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, donde se presentará el 13 de abril. Su hazaña del sábado en Valencia despertó el interés de otros empresarios ibéricos por contratarlo, así que su llegada a la fiesta brava europea no pudo ser más favorable ni promisoria.

En Apizaco, Tlaxcala, por su parte, el caballista navarro Pablo Hermoso de Mendoza se llevó tremendo susto al rodar por el suelo con una de sus cabalgaduras favoritas, llamada Caviar, que resbaló en la cara de un torete de La Joya el sábado por la tarde. En ese mismo festejo, Uriel Moreno El Zapata cortó dos apéndices y Angelino de Arriaga otro.

Ayer, en Teziutlán, Puebla, Hermoso de Mendoza se alzó con cuatro orejas y salió a hombros, en compañía de Alberto Espinoza El Cuate, que se llevó dos, completamente repuesto ya de la terrible cornada que el año pasado le provocó tal hemorragia que llegó a la enfermería casi vacío de sangre. Pero aquí está de nuevo, en pie de lucha, resuelto a recuperar el tiempo perdido. ¡Enhorabuena!