Los senadores Charles Schumer (demócrata) y Lindsey Graham (republicano) revelaron una iniciativa bipartidista de reforma migratoria que, entre otros puntos, prevé la legalización, aunque dura, de 11 millones de indocumentados que residen en Estados Unidos y la creación de una tarjeta biométrica que garantizaría que los indocumentados no puedan hallar empleo.

La propuesta fue elogiada de inmediato por el presidente estadunidense Barack Obama, quien aseguró que buscará consenso sobre la reforma migratoria este mismo año, aunque no se comprometió a hacerla efectiva en 2010, tal como lo demandan los grupos promigrantes, que este domingo se manifestarán en Washington para exigirle al mandatario cumplir sus promesas de campaña.

Ambos senadores hacen el anuncio en un editorial que publica este viernes el diario The Washington Post, el cual se adelantó ayer en la versión digital del periódico.

La iniciativa de los legisladores asienta cuatro pilares: la creación de una tarjeta de seguro social biométrica; incrementar la seguridad fronteriza; generar un programa de trabajadores temporales y un camino duro, pero justo para la legalización de las personas indocumentadas que viven en ese país.

Las tarjetas biométricas –principal identificación en Estados Unidos– buscará garantizar que los indocumentados no puedan conseguir empleos, toda vez que tendrían que ser usadas por todos los empleadores. Éstas se entregarían a todos los ciudadanos estadunidenses y a migrantes legales. Aquellos empleadores que no certifiquen la elegibilidad laboral podrían ser objeto de multas o incluso penas carcelarias.

Para reforzar la seguridad fronteriza e interna, se propone el incremento de personal y presupuesto en la Patrulla Fronteriza. Los recursos se aplicarían para más infraestructura y tecnología para uso de esa corporación. Se incluye una política de tolerancia cero para pandilleros, contrabandistas, terroristas y quienes cometieron delitos mayores para entrar ilegalmente a Estados Unidos.

De aprobarse el planteamiento se expandiría la aplicación doméstica de acciones para deportar a quienes cometieron crímenes y un sistema de entradas y salidas para verificar el cumplimiento de la duración de la estadía de visas.

El plan de trabajadores temporales contempla otorgar tarjetas de residencia y trabajo a los migrantes que completen estudios de posgrado en ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas en una universidad estadunidense, en vista de que no tiene sentido educar a los futuros inventores y empresarios del mundo y luego obligarles a partir cuando son capaces de contribuir a la economía.

También se incluye la creación de un sistema racional para admitir a trabajadores de escasa formación, actualmente prohibido, siempre y cuando los empleadores demuestren que no lograron llenar el puesto de ocupación con un estadunidense.

Se propone una ruta para la legalización de los 11 millones de indocumentados que residen en el país, siempre y cuando admitan que violaron la ley, paguen multas e impuestos atrasados. También se les exigirá estar libres de antecedentes criminales, dominar el idioma inglés y colocarse al final de la fila de quienes han buscado emigrar legalmente a Estados Unidos.

Obama calificó la iniciativa como un marco prometedor y bipartidista, que puede y debe ser la base para avanzar, toda vez que aborda la necesidad de reforzar la frontera y exige que rindan cuentas tanto los trabajadores indocumentados como los empleadores.

En tanto, entre los grupos que luchan por los derechos de los migrantes la propuesta causó reacciones encontradas. Integrantes de la Coalición Primero de Mayo protestaron en Nueva York frente a las oficinas del senador Schumer, pues aseguraron que su propuesta ve al migrante como terrorista y criminal.

Ali Noorani, dirigente del Foro Nacional de Inmigración, confió en que los senadores alcancen el primer paso y divulguen el anteproyecto antes de la Marcha por América que se realizará este domingo.