Siempre ha pugnado por un arte escénico sin palabras, comprensible por cualquiera
Sábado 20 de marzo de 2010, p. 6
Londres, 19 de marzo. El mundo entero es un teatro. Tal vez puede dudarse si Peter Brook suscribiría esa afirmación sin matices. Lo que es seguro es que esta leyenda de los escenarios y maestro de la vanguardia, que este domingo cumple 85 años, no dudaría en sostener que cualquier lugar del mundo puede convertirse en un teatro.
También que, como director y teórico, la vida entera del británico está marcada por el arte dramático. Aún hoy su trabajo sigue recorriendo los escenarios en el mundo.
Sencillamente, puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo escenario
, reza una de las más famosas sentencias de su clásico libro El espacio vacío.
Cuando los cuatro volúmenes sobre la importancia y naturaleza del teatro vieron la luz en 1968, el mundo del arte dramático se puso patas arriba.
Un hombre pasa a través de un espacio vacío mientras otro lo observa. Eso es todo lo que hace falta para ser introducido en un acto teatral
. Un teatro comprensible por cualquiera, sin palabras, sólo por expresión: ésa fue durante mucho tiempo la ambición de Brook.
Para ello desarrolló incluso una suerte de lenguaje propio, que llamó orghast y que se conforma de palabras que el actor carga con su expresión y que despierta imágenes de forma espontánea en el espectador.