Asocian el fenómeno pictórico a las exageradas porciones que dan expendios de comida rápida
Tomamos las 52 obras más famosas desde el año 1000 y analizamos el tamaño de las viandas, en relación con la dimensión promedio de las cabezas
, explica especialista
Martes 30 de marzo de 2010, p. 8
Es la cena más famosa de la historia. Ahora, científicos han descubierto que en las representaciones artísticas de la Última Cena el tamaño de los platos y la cantidad de alimentos servidos a Jesús y sus discípulos han crecido de manera significativa a lo largo de los mil años pasados.
Un estudio de docenas de pinturas de la Última Cena, desde el año 1000 hasta el pasado más reciente, revela que esta reunión final de Jesús con sus apóstoles ha sufrido una especie de inflación alimentaria
, lo cual se asocia con las exageradas porciones que se sirven en los modernos expendios de comida rápida.
Los comestibles representados en las pinturas medievales son significativamente menores, respecto del tamaño promedio de las cabezas de los discípulos, que las porciones y platos pintados varios siglos después, sobre todo del Renacimiento en adelante, indicaron científicos.
Los hallazgos sugieren que el fenómeno de servir porciones mayores en platos más grandes, que ha llevado a las personas a comer más de la cuenta, se ha ido dando poco a poco durante el milenio, según el profesor Brian Wansink, de la Universidad Cornell, en Nueva York.
Tomamos las 52 pinturas más famosas de la Última Cena y analizamos el tamaño de las viandas, en relación con la dimensión promedio de las cabezas
, explicó Wansink.
El estudio descubrió que el tamaño de las porciones y los platos se ha expandido en forma significativa. El tamaño del plato principal creció 69 por ciento; el de los platos, 66 por ciento, y el del pan, 23 por ciento en el curso de mil años.
Los mil años pasados han presenciado incrementos dramáticos en la producción, disponibilidad, seguridad, abundancia y accesibilidad económica de la comida. Creemos que estos cambios se han reflejado en las pinturas de la cena más famosa de la historia
, expresó el científico.
Cada una de las 52 pinturas, tomadas de un libro publicado en 2000, fue escaneada, y los alimentos y figuras se analizaron mediante un programa de diseño por computadora capaz de rotar los objetos y medir sus dimensiones con independencia de su orientación original en la obra de arte.
El profesor Wansink es coautor del estudio, publicado en la revista International Journal of Obesity, con su hermano Craig, profesor de estudios religiosos en el Colegio Wesleyan, de Norfolk, Virginia. Querían poner a prueba la idea de que las porciones alimenticias han aumentado conforme la comida se ha vuelto más abundante con el tiempo.
Si el arte imita la vida, y los recursos alimentarios se han vuelto más accesibles en el milenio pasado, cabría esperar que el tamaño de la comida, de las porciones y de los platos que se presentan en esas pinturas aumentara con el tiempo
, comentó Wansink.
Si bien la Última Cena es un pasaje esencial de la teología cristiana, y se menciona en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, no se sabe mucho acerca de lo que se sirvió en ella, excepto pan y vino. En las pinturas, 18 por ciento de las mesas contenían pescado, 14 por ciento mostraban cordero y 7 por ciento cerdo.
Nuestro punto de arranque fueron las representaciones artísticas y el retrato de porciones de alimentos. La realidad empírica en una mesa promedio probablemente fue diferente; lo que resalta en los cuadros es la percepción de que las porciones eran cada vez más grandes
, añadió Wansink.
Como no había razones teológicas de peso que explicaran los cambios de tamaño en los platos, en las viandas y el pan, nos llamó la atención el aumento gradual. Aun si las personas en sí no necesariamente comían más, este énfasis en la abundancia es impactante
, comentó.
El crecimiento parece consistente: una curva en ascenso constante, pero resaltan en particular los incrementos en los siglos XVI y XVII
, precisó.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya