Economía
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La revaluación del peso, un riesgo para la economía

Capitales de corto plazo obligan a países a limitar su ingreso

Atrás de la moneda nacional hay dinero que sólo busca mejores tasas que las ofrecidas en los mercados de países desarrollados, advierte el directivo. El desempeño de la bolsa muestra que lo peor de la crisis ya pasó, pero la inseguridad es un tema que preocupa y afecta la actividad productiva, dice

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Enrique Castillo Sánchez Mejorada, presidente de Ixe Grupo Financiero, en sus oficinasFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Sábado 17 de abril de 2010, p. 21

En la reciente recuperación en el valor del peso frente al dólar se expresa uno de los signos de riesgo para la actividad económica en el país, un año después de la peor crisis en más de siete décadas. La revaluación de la moneda mexicana es resultado de un ingreso de capitales de corto plazo, que buscan aprovechar tasas de interés locales que superan en varias veces las ofrecidas en los mercados desarrollados. Enrique Castillo Sánchez Mejorada, presidente del consejo de administración de Ixe Grupo Financiero, abundó: no es necesariamente lo más favorable el ingreso de esos recursos de corto plazo.

Castillo Sánchez Mejorada, también ex presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM) sostuvo que el reciente desempeño de los mercados financieros en México muestra que la expectativa entre sus participantes es que lo peor de la crisis ya pasó.

Más allá de lo estrictamente financiero y del desempeño de la economía mencionó, en una entrevista con La Jornada, que la inseguridad se convirtió en un tema que preocupa y claramente afecta la actividad productiva y la generación de empleo. Hay un deterioro del estado de derecho producto de la tolerancia que se dio durante muchos años, dijo.

La próxima semana los directivos de los bancos que operan en México y las autoridades financieras se reunirán en Acapulco, Guerrero, en la 73 convención nacional bancaria. En la entrevista con este diario, Castillo Sánchez Mejorada consideró:

En los próximos años, los países en desarrollo crecerán más que los desarrollados, apuntó. Por eso, muchas compañías mundiales, financieras y no financieras, van a enfocar sus estrategias en invertir en las naciones emergentes, abundó. Lo que va a pasar es que países como México van a seguir recibiendo inversión y no me extrañaría que en el futuro cercano algún grupo bancario internacional que todavía no tiene presencia aquí busque asentarse en el país.

El directivo bancario apuntó que con las carretadas de dinero que inyectaron los gobiernos de naciones avanzadas a los sistemas financieros durante 2008 y 2009, se generó una gran liquidez en los mercados internacionales.

Las tasas de interés en los países desarrollados cayeron incluso a 0.25 por ciento anual, mientras en países como México se sitúan en torno a 7 por ciento. Esa diferencia, y el hecho de que existen empresas nacionales con buena calificación crediticia, ha originado un fuerte ingreso de recursos del exterior a los mercados financieros nacionales.

Por eso el tipo de cambio está en los niveles actuales (12.2 pesos por dólar, mientras el año pasado rondaba 14 pesos por dólar). Este dinero financiero que está entrando ha presionado el tipo de cambio, no nada más en México, sino en prácticamente todos los países en desarrollo, aprovechando que hay mayores tasas aquí. Pero nos está haciendo perder competitividad, aparte de que es dinero de corto plazo.

–La combinación de bajas tasas de interés, entrada de capitales de corto plazo y el hecho de que empresas mexicanas nuevamente están obteniendo financiamiento en el exterior ¿cómo se deben interpretar?

–Lo que dicen esos hechos es que hay la expectativa de los inversionistas de que lo peor de la crisis ya pasó. Por otro lado, hay tanta liquidez en el mundo, con tasas de 0.25 por ciento en los países desarrollados. Esos recursos se pueden colocar, con un riesgo razonable, a tasas de 7 a 8 por ciento, por ejemplo en México y a un plazo largo. Esto del plazo no es menor. No es sólo que las tasas estén bajas, sino que la expectativa de estos inversionistas profesionales es que el aumento de los réditos no va a ser violento.

–¿Hay riesgos en la entrada de capitales de corto plazo?

–No es necesariamente lo más favorable. La movilidad de los capitales ha sido reconocida como uno de los retos más importantes de los países. Brasil, por mencionar uno, tomó medidas de carácter impositivo para evitar que esos flujos de capital revaluaran el tipo de cambio de manera peligrosa o tuvieran una salida violenta que presionara el tipo de cambio. Entonces, hay riesgos en el dinero que quema las manos, el dinero caliente, el dinero que trata de encontrar las mejores coyunturas en tiempo y tasa y se mueve alrededor del mundo. Claramente tiene sus riesgos, sobre todo si el tipo de cambio se revalúa en forma excesivamente pronunciada.

–Existe la discusión en el mundo, sobre la imposición de un gravamen a instituciones financieras o de pedir mayor capital a los bancos para solventar problemas futuros.

–Es un debate bastante complejo. Si se sobredimensionan las necesidades de capital de la banca, pues no van a tener rentabilidad los recursos que se requieren para capitalizar los bancos. Si se exige capital de manera exagerada, pues para dar rendimientos a ese capital los costos a los usuarios se tienen que aumentar en forma desproporcionada, lo que va contra el espíritu de que haya más penetración de los servicios financieros y tasas más competitivas. Entonces, tenemos que encontrar un balance

–¿Y respecto de imponer un gravamen a las salidas de capital de corto plazo?

–Brasil creó ese impuesto hace unos meses. No estoy tan seguro de qué tan eficiente sea gravar los flujos de capital. No sé cómo nos puede funcionar, en caso de que se nos siga revaluando mucho el tipo de cambio, poner impuestos a las transacciones de este tipo de capital.

–En realidad se trata de impuestos a las salidas de capital.

–Está en el ambiente de los reguladores, de los que diseñan la política monetaria del país, pero no se cuál es el impacto.

–¿Un gravamen de este tipo inhíbe a los inversionistas realizar esos movimientos?

–Es un costo. Es un factor que inhíbe. El chiste es la flexibilidad suficiente de inhibir donde no conviene y deshinibir donde sí conviene, crear los incentivos correctos.

–En todo caso es una discusión que hasta hace unos meses la mayoría se negaba a tener.

–Claro que sí, hay muchos paradigmas que están cambiando a partir de todo esto que estamos viviendo. La flexibilidad es indispensable, siempre sujeta a principios intocables, como la estabilidad del sistema financiero y apoyar al crecimiento de la economía. El punto es encontrar la forma de regular sin que se vuelva una casa de juego. Es una discusión que está sobre la mesa y es más valida hoy.

–¿De qué manera está afectando la inseguridad la realización de negocios?

–Nos afecta a todos. El tema de seguridad es el que más nos pega. Hay un tema económico que tiene otra dinámica, aunque al final son vasos comunicantes, no se puede aislar la economía de lo que suceda en la vida diaria. Pero el de la inseguridad es un tema que a todos nos preocupa; claramente nos afecta. Si la solución fuera fácil ya la hubiéramos encontrado. Es un problema que viene arrastrándose de muchos años y un deterioro en el estado de derecho producto de la tolerancia que se dio durante muchos años.

Abundó: No soy de los que creo en los acuerdos. No se puede negociar por fuera de la ley y pensar que lo mejor es regresar a la tranquilidad dando cotos de poder a diferentes grupos. Ahí sí no pienso que hay espacio, porque entonces, cuál es el límite, con quién sí y con quién no negociar. Aquí no hay muchas opciones, más que un combate frontal por parte de la sociedad, encabezado por el gobierno.

Citó otro factor no económico que está afectando el desempeño de la actividad productiva. “Las circunstancias políticas tienen que mejorar de cara a que se den las condiciones en los marcos regulatorios, operativos y normativos que nos hagan un país más competitivo, que permitan una mayor generación de empleo. El reto que tenemos ahí es que la atomización del poder es tal, que se vuelve tan complicado avanzar. Hay tantas voces divergentes y el sistema político no favorece el que se tomen acuerdos. Tenemos que crear los incentivos correctos. Si tú naces en un pueblo sin chamba y llegan unos cuates y te dicen: ‘mira, la única oportunidad que tienes es ésta’. ¿Qué haces? Antes te ibas a Estados Unidos. Esto es lo que parece que no acabamos de entender”.