Sábado 17 de abril de 2010, p. 30
Un especialista en las relaciones Iglesia-Estado afirmó que las declaraciones del obispo Felipe Arizmendi sobre la invasión del erotismo
como factor que propicia la pederastia no sólo son lamentables
, también revelan una falta de capacidad de diálogo y de autocrítica, pues los casos de abuso de menores perpetrados por sacerdotes no son responsabilidad de la sociedad ni de la víctima, sino de una Iglesia represiva que ha preferido guardar silencio o convocar a la penitencia como una estrategia de no reconocimiento de los casos
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Josué Tinoco Amador, experto en identidades religiosas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) enfatizó que la respuesta a las denuncias de abuso en varios países es resultado más de un estilo papal que de la incapacidad de la institución religiosa de asumir sus culpas, pero está actitud de indiferencia tendrá un alto costo social, por el descrédito que les está acarreado
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