Se colgó en un calabozo de Venezuela tras entregarse confeso por el asesinato de su esposa
Martes 20 de abril de 2010, p. a44
Una vez más el mundo del boxeo se conmocionó, tras el suicidio del invicto campeón mundial de peso ligero en receso
, el venezolano Edwin El Inca Valero.
Es una historia, escribieron ayer los expertos, llena de violencia, que terminó de manera trágica.
Se suicidó con sus propias
ropas (un pantalón) en los calabozos del cuartel policiaco de Carabobo, Venezuela, luego de haberse entregado confeso del asesinato de su esposa Jennifer Carolina Viera, el domingo por la madrugada.
El monarca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), de 28 años, a quien esa organización dictó el 31 de marzo pasado la calidad de campeón en receso
mientras se sometía a un proceso de desintoxicación, iba invicto por los cuadriláteros profesionales con 27 contiendas ganadas por nocaut, que lo pusieron en la cúspide y lo convirtieron en uno de los favoritos del público, pues sin asomo de compasión acababa con sus rivales.
Pero sus finanzas no crecían tanto como su popularidad, ya que tras un accidente ocurrido en 2001, cuando conducía una motocicleta supuestamente bajo los influjos del alcohol, fue operado de la cabeza para removerle un coágulo. A raíz de ello no aprobó los exámenes médicos para pelear en Nueva York y recibió posteriormente la negativa de visa estadunidense, que le cerró un mercado muy lucrativo.
Edwin quería regresar a Estados Unidos para poder ganar mucho dinero. Sabía de su potencial y, con su historial, bien podría haber tenido éxito en ese mercado
, comentó José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, quien aceptó: le fallé a mi amigo, porque debí acudir en su ayuda desde hace tiempo, cuando supe de los problemas que le aquejaban
.
No sólo era el trato que le daba a su pareja, sino su adicción al alcohol y algunas drogas. De hecho lo busqué el pasado jueves para traerlo a un clínica en México, que le ha servido mucho a otros boxeadores, pero ya no pude localizarlo
, agregó.
Valero tenía su propia versión sobre la negativa estadunidense de otorgarle la visa, al esgrimir que se debía al tatuaje que tenía en el pecho, con la bandera de su país y la imagen del presidente Hugo Chávez, acérrimo crítico del gobierno de Estados Unidos. En entrevista concedida en 2009, el boxeador declaró con orgullo: En el pecho tengo la bandera y el rostro de nuestro comandante
, a quien defendía abiertamente con la fuerza de sus palabra y su fama de invicto.
Falleció por asfixia mecánica
De acuerdo con versiones de la policía venezolana, cuando encontraron al púgil “colgado de las rejas de su celda, aún tenía signos vitales, aunque después falleció por ‘asfixia mecánica’”, a la 1:30, hora local.
El sábado anterior, el boxeador y su esposa alquilaron una habitación en el hotel Intercontinental, en Valencia, donde la madrugada del domingo Valero bajó a la recepción para informar de la muerte de su pareja. Me acosté a dormir y cuando desperté estaba muerta
, declaró, aunque después se confesó culpable y se entregó voluntariamente a la policía que acudió al sitio, como pudo apreciarse en imágenes transmitidas por la televisión local.
Al realizar una inspección de la habitación, los agentes encontraron el cadáver de su pareja con varias heridas provocadas con un objeto punzo-penetrante. Trascendió que la policía investigará si hubo participación de terceras personas.
El boxeador, nacido en el barrio Bolero Alto de Mérida, en el occidente de Venezuela, se hallaba bajo fianza y régimen de presentación cada 90 días, justamente por haber atacado a Jennifer Carolina el pasado 25 de marzo en la ciudad de El Vigía, aunque fue puesto en libertad y estaba en tratamiento por su adicción al alcohol, además de que debía permanecer en observación médica y sin poder acercársele a su pareja. Así lo determinó la fiscal María Rivas, basada en la comisión de diversos delitos previstos en la ley sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
No era la primera vez que el venezolano tenía problemas con las autoridades de su país, ya que en diferentes oportunidades fue acusado incluso de haber golpeado a su madre y hermana, además de encarar a los policías cuando acudían a los llamados de auxilio, por lo que en más de una ocasión se recomendó someterlo a tratamientos, no sólo con fármacos, sino de tipo siquiátrico, para controlar su inestable temperamento. Recientemente fue condenado a seis meses de rehabilitación .
Su mánager, José Castillo, sorprendido por el desenlace final del púgil, declaró: Es una pérdida para el mundo del boxeo. Estoy sin palabras, muy triste. Lamento que la situación se haya manejado mal por parte de las autoridades venezolanas. Pedí que no lo dejaran salir del centro donde lo habían retenido en Mérida, hasta poder concretar su traslado al exterior para su rehabilitación
.
Amor por su familia
Edwin Valero defendió con éxito por última ocasión el cetro ligero del CMB el pasado 6 de febrero ante el mexicano Antonio Demarco, en la ciudad de Monterrey, al noquearlo en el noveno episodio. Se había ceñido la corona de la categoría el 4 de abril de 2009, al vencer al colombiano avecindado en México Antonio Pitalúa, luego de renunciar al cinturón superpluma de la Asociación Mundial de Boxeo.
Cobró fama en el orbe al ganar su primeros 18 combates profesionales antes del límite y había sido acogido por el promotor japonés Akkito Honda desde la octava contienda, quien lo llevó a vivir a Los Ángeles, en Estados Unidos.
La pareja de Edwin Valero y Jennifer Viera dejó en la orfandad a sus dos hijos; un niño de ocho años y una niña de cuatro, la familia que acompañó al boxeador a su contienda en México meses atrás, y de la que hizo referencia el año pasado: Lo más importante son mi esposa y mis hijos, son mi vida. No me interesa el dinero, no me interesa nada más que mis hijos. El cariño que tal vez yo no recibí, se lo doy a ellos
.
Cortó de tajo su vida ese boxeador que estaba destinado a ser uno de los grandes, a decir de los expertos en la materia, aunque en su mente daba vueltas otra idea, como expresó en 2009: Si algún día algún doctor encuentra alguna anomalía en mi cabeza (por la operación a que fue sometido), cuelgo los guantes. No quiero morir. Es mi pasión, pero yo no quisiera morir en el cuadrilátero
.