El pintor nacionalista
abre exposición antológica en el Museo José Luis Cuevas
No se preocupen por sacar una novedad cada semana, consejo de Cantú a jóvenes
Un mismo amor: colección Marinés reúne más de medio centenar de cuadros y dibujos
Manifiesta su predilección por estar ligado a la naturaleza, para no inventar cosas
Martes 27 de abril de 2010, p. 7
Nacionalista
y mexicanista
, el pintor y muralista coahuilense Gerardo Cantú (Nueva Rosita, 1934) aconseja a los artistas jóvenes buscar su propia voz
y no preocuparse por sacar una novedad cada semana
.
Cantú inaugurará Un mismo amor: colección Marinés –nombre de su esposa fallecida en 2009–, exposición antológica integrada por 55 pinturas y dibujos, este miércoles a las 19:30 horas en el Museo José Luis Cuevas (Academia 13, Centro Histórico).
El pintor se desarrolló en el ámbito de la Escuela Mexicana, influencia que si la dejó atrás, “no fue con muchas ganas. Siempre he sido un enamorado de la pintura de la Revolución Mexicana. Todavía me emociono con las obras murales de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, y la pintura de una gran poesía de Rufino Tamayo.
“Nunca –aclara– he luchado para hacer a un lado las influencias que me marcaron.”
Cuando Gerardo Cantú tenía ocho años, su familia se mudó a Monterrey. Allí estudió pintura a los 16 años en el Taller de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Posteriormente, se trasladó a la ciudad de México, donde ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda.
A los 24 años fue becado para estudiar en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Carolina, en Praga, de la ahora República Checa.
Allí Cantú se acercó al arte bizantino, románico, oriental, gótico, africano y etrusco. Estudiar en ese país le abrió la puerta para entender con profundidad el arte moderno contemporáneo: Picasso, Klee, Chagall y Miró
, entre otros.
No obstante, aclara que los profesores eran mejores aquí
, porque “en Praga había que hablarles de perfil y de reojo. Estaban muy acostumbrados a que los alumnos hasta bajaran la cabeza para dirigirse a ellos. Eran demasiado académicos. Sin embargo, aquí nuestros maestros, como Pablo O’Higgins, Leopoldo Méndez y Carlos Orozco Romero eran grandes cuates, hasta nos echábamos la copa con ellos; disfrutábamos de su personalidad y alegría”.
Con el tiempo, la obra figurativa de Cantú se volvió expresionista
y sus composiciones muy elaboradas.
En la exposición del Museo Cuevas destacan sus grandes temas, como el cuadro El discreto encanto II (2006), que no fue pensado como un homenaje a Luis Buñuel, sino que es “una crítica hacia la sociedad regiomontana, pues, tiene que ver con la mala distribución de la riqueza. Otro tema al que le ha dedicado varias versiones es la Celestina. También pinta retratos y naturalezas muertas.
El recorrido por la muestra –la cual no es cronológica– se inicia con el óleo Mujer de perfil en espera (1992), tema vinculado con la difícil situación de los mineros, siempre presente en Cantú.
En esa misma sala se muestran sus dibujos, algunos de gran formato. Asienta que la figura femenina le llama mucho la atención, porque “son las mujeres, las frutas y las flores lo que me llena de alegría y entusiasmo.
“Es una forma de estar ligado a la naturaleza, de no empezar a inventar cosas, como hoy día tantos lo hacen.
Creo que actualmente ya no se pinta; se inventa que se pinta. Ese es uno de los problemas que necesitan superar los jóvenes, deben ver la naturaleza y conocerse a sí mismos para que su lenguaje sea lo suficientemente poderoso, hacer sentir su personalidad y no convertir su taller en uno de experimentación, donde cada semana tienen que hacer una cosa nueva.