Investigadora de la UNAM señala que tienen el perfil más bajo en escolaridad
Lunes 10 de mayo de 2010, p. 10
Los migrantes mexicanos radicados en Estados Unidos padecen peores condiciones de trabajo que personas en situación laboral similar, procedentes de otros países de América Latina y el Caribe; perciben ingresos más bajos y carecen de cobertura médica y planes de pensión o retiro.
Maritza Caicedo Riascos, miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que los connacionales, después de los individuos de raza negra, son quienes presentan las tasas más elevadas de desempleo.
De acuerdo con la Encuesta Continua de Población de Estados Unidos, en 2008 había unos 20 millones de migrantes latinoamericanos y caribeños en ese país; de ellos, más de 11 millones eran originarios de México.
Los mexicanos que llegan a territorio estadunidense cuentan con el perfil más bajo de escolaridad de entre todos los migrantes de la región. Tres por ciento de esa población no fue a la escuela; 58 por ciento tiene estudios de primaria, secundaria o preparatoria, pero inconclusa; 25 por ciento terminó el bachillerato y el resto carece de estudios universitarios. Estos datos contrastan con los de caribeños y sudamericanos que llegan a territorio estadunidense: 50 por ciento cuentan con enseñanza media y superior.
Además, 60 por ciento de los mexicanos no hablan inglés o carecen del dominio adecuado; la mayoría se ubican en la base de la escala ocupacional, y sólo un puñado
desempeñan labores altamente calificadas. En tanto, sudamericanos y caribeños se insertan en el mercado laboral de forma similar a los afroestadunidenses.
La investigadora señaló, según un comunicado de la UNAM, que el origen poblacional y el género juegan un papel importante. Las mexicanas usualmente encuentran empleo en la rama de servicios personales, como el doméstico, restaurantes, lavanderías y en el cuidado de ancianos, enfermos y niños.
Sólo 18 por ciento laboran en servicios sociales como enfermeras y maestras auxiliares, mientras que 59 por ciento de las haitianas y jamaiquinas ocupan ese tipo de cargos.
Respecto a los varones, se insertan en actividades de transformación, como la construcción o la industria, pero con ingresos inferiores.