e acuerdo con los resultados parciales de 15 distritos electorales conocidos al cierre de esta edición, tras los comicios legislativos y municipales efectuados ayer en Yucatán, el tricolor aventajaba en 12 y el blanquiazul en tres, mientras, por regidores, el PRI iba adelante en 49 de los 70 municipios de los que ya había resultados.
Así, entre señalamientos de irregularidades y la toma del instituto estatal electoral local por militantes panistas, quienes señalaron la realización de una elección de Estado
, el Partido Revolucionario Institucional parecía encaminarse a culminar la recomposición de su hegemonía en Yucatán, que empezó a romperse en 1991 con la llegada de la panista Ana Rosa Payán a la alcaldía meridana, y que sufrió su peor descalabro cuando, hace nueve años, el priísmo perdió la gubernatura.
Acción Nacional, por su parte, parecía experimentar una involución severísima, sobre todo si se confirma la pérdida de la posición política más fuerte que conservaba en el sureste: el ayuntamiento de la capital yucateca. La derrota sería particularmente significativa si se considera que el panismo recurrió, para disputar ese municipio, a una figura con arraigo estatal y presencia nacional: Beatriz Zavala Peniche, ex secretaria de Desarrollo Social del actual gobierno.
Tales resultados son indicativos del desgaste que el panismo sufrió durante el periodo de Patricio Patrón Laviada (2001-2007) en el Ejecutivo estatal, y de la erosión de casi dos décadas en el poder en el municipio de Mérida (1991-2010), pero también constituyen un reflejo de la pérdida de apoyo experimentada por el panismo nacional en lo que va de la administración calderonista.
En forma inversa, lo ocurrido en el proceso electoral que culminó ayer en Yucatán es un dato adicional del auge nacional del priísmo, posibilitado por la descomposición institucional que tiene lugar en el ámbito federal –y cuya responsabilidad central recae en el gobierno panista– y por el nuevo ciclo de atomización y pleitos intestinos en que se encuentran sumidas las izquierdas, las cuales, por lo demás, padecen una debilidad endémica en el territorio yucateco y no desempeñaron ningún papel significativo en la contienda electoral.
Por lo demás, en el ámbito estatal lo más significativo de las alternancias entre dos partidos ha sido, hasta ahora, la falta de consecuencias en las realidades sociales de una entidad en la que, como hace dos décadas, siguen presentes los cacicazgos, la corrupción, la desigualdad y las situaciones de lacerante marginación.