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Me siento alineado con Lucifer: Keith Richards
The Independent
Periódico La Jornada
Sábado 22 de mayo de 2010, p. a36

Nueva York. Cuando Keith Richards anunció que escribiría su autobiografía, hace tres años, pocos creyeron que el guitarrista de los Rolling Stones recordaría lo suficiente para justificar los 5 millones de dólares de honorarios. Pero aquí lo tenemos, declarando a The Independent que el libro se publicará en octubre.

“Estoy esperando que me devuelvan las pruebas de imprenta –dice. Me doy cuenta de que hay mucho de interés: hablar con personas que estuvieron allí y conocer su versión de los acontecimientos, y tratar de correlacionarlo, fue muy interesante, como un cuadro caleidoscópico de experiencias”, asegura

Vino a Nueva York desde su casa de Weston, Connecticut –distante una hora en automóvil–, junto con su esposa, Patti Hansen, para visitar a sus dos hijas, como hacen a menudo. Ahora está en el lujoso hotel Mercer, y cuando aparece nadie parpadea. El viejo diablo.

La charla se centra en la versión expandida y remasterizada de la obra maestra de los Stones, el álbum Exile on Main St, cuya génesis en el sótano de Nellcute, la villa que Richards rentó en Villefranche-sur-Mer, en la Riviera francesa, en 1971, se ha vuelto piedra angular en la leyenda de Keef.

Exile..., el álbum quintaesencial de los Stones y el favorito de los fans de hueso colorado, está muy cercano a su corazón. ¿Cómo fue que la más grande banda de rock del mundo terminó en la Costa Azul en 1971? “El establishment británico se nos vino encima con todo su peso. Primero creyeron atraparnos con las redadas antidrogas y no les funcionó”, relata Richards, recordando cuando la policía encontró cantidades ínfimas de resina de cannabis y pastillas estimulantes italianas de prescripción en el abrigo de Mick Jagger, y a Marianne Faithfull acostada desnuda en una alfombra, en febrero de 1967, en la propiedad de Richards, en Sussex, y el juicio y la condena a prisión que vinieron después (la sentencia fue revocada por falta de pruebas).

Luego nos apretaron las tuercas financieras, continúa, en alusión al peligroso estado de las finanzas del grupo después de una costosa separación de Allen Klein, su notorio gerente estadunidense, y a la punitiva franja impositiva en la que sus altos ingresos los colocaban.

“Para que el grupo siguiera adelante tuvimos que irnos de Inglaterra. Estábamos seguros de que en cualquier lugar podíamos hacer lo nuestro, y Francia era un sitio conveniente –explica. Supusimos que en Cannes, Niza o Marsella encontraríamos un estudio a nuestro gusto. Cuando no fue así, todos me miraron. Me dije: ‘sé lo que quieren: el sótano de mi casa’. Y así fue como acabé viviendo arriba de nuestra fábrica.”

Reinventarnos, un milagro

La finca “era un lugar fantástico en la parte de arriba, pero el sótano no se había usado en años. Era feo, oscuro y húmedo. Olía mal, cierto –ríe. La verdad, no nos molestamos en limpiar mucho. Sólo nos mudamos. Era un excelente lugar de trabajo. Fue un poco de locura y un poco de experimento, porque nunca habíamos grabado fuera de un estudio”.

Habían usado el estudio móvil de los Rolling Stones para capturar sus conciertos de adiós al Reino Unido, en marzo de 1971, y para cortar demos en Stargroves, la propiedad rural de Jagger, en Berkshire, pero en la Riviera francesa probó de veras su utilidad.

“Tener el camión nos facilitó todo –dice Richards. Era una máquina maravillosa para su época. Hacíamos unas tomas; luego subíamos las escaleras y nos metíamos en el camión para escuchar. Fue una forma única de hacer un disco. Había algo en la sección rítmica –tal vez el concreto, o quizás el polvo– que producía cierto sonido imposible de repetir. Créame, muchos lo han intentado.”

La canción insignia de Richards en ese álbum es Happy. “Vivir arriba del lugar tenía sus ventajas –recuerda. Estos tipos no empiezan a trabajar hasta después del anochecer, y ese día, cuando llegaron, yo había encimado algunos pasajes sin que nadie lo supiera. Toco Happy con frecuencia. No es mi género usual: no se me dan las cosas alegres; más bien me siento alineado con Lucifer y el lado oscuro. Pero aquella fue una buena tarde y todavía me encanta”.

Si bien el álbum comienza con rolas abiertamente roqueras, como Rocks off y Rip this joint, en él los Stones exploraron también una veta con sabor a gospel, cercana al soul. “Suena extraño, pero allí, en el centro de Francia, comenzamos a hundirnos en la música estadunidense –reflexiona Richards. Comenzamos a adentrarnos en distintos géneros estadunidenses: country, gospel. Tal vez, como no estábamos en Estados Unidos, lo extrañábamos”.

De hecho, si bien Exile... es presentado como el álbum que los Stones hicieron fuera de su país, segmentos de él se habían grabado ya en los estudios Olympic, de Londres, donde el grupo había producido tres álbumes anteriores. Fue completado en Sunset Sound, en Los Ángeles, entre noviembre de 1971 y febrero de 1972.

“Para mezclarlo y hacer ciertas regrabaciones necesitábamos un equipo más sofisticado. Por eso lo llevamos allá: para pulirlo y darle un toquecito de Hollywood. Lo maravilloso de Los Ángeles, en especial en esos días, era que uno podía hacer una llamada a las tres de la mañana y decir: ‘necesito unas voces’. En media hora estaban ahí un par de chicas en bata, pero listas para cantar”, dice Richards.

Hoy se considera a Exile el punto más alto en el canon de la banda, pero en su tiempo no fue así. “Tal vez fue porque era un álbum doble –comenta Keith. Tuvimos que pelear con la disquera para que saliera así. Sabíamos que habría una reacción, porque era muy diferente. No había sencillos; era un álbum en sí mismo. Estábamos decididos a hacer algo interesante. Nos habían botado de Inglaterra; éramos los exiliados. Por eso el álbum acabó llamándose Exile on Main St. Tuvimos que hacerlo sobre la marcha. No había guión; nadie lo había hecho antes. Reinventamos a los Stones sobre la marcha; francamente, fue un milagro.

“En cierta forma crecimos junto con el público –añade. Las pistas que encontramos en la bóveda del banco están como las dejamos hace 39 años. Escucho algo y digo: ‘Cielos, ¿de veras yo toqué eso?’ Tiene el sabor de una época. Para la versión remasterizada agregué algo de guitarra acústica; Mick grabó de nuevo la parte vocal de Plundered My Soul y Following the River. Decidimos que si íbamos a rempaquetar Exile, añadiríamos algunas cosas que dejamos fuera: hay rolas de Sticky Fingers que entraron en Exile. Nadie escribe un álbum pista por pista y al llegar a la 12 dice: ‘Ya estuvo’. Es un proceso continuo y esperamos que continúe.”

Los fans de los Stones han sido agasajados con el álbum expandido Get Yer Ya-Ya’s Out! y ahora con Exile, pero, ¿qué hay en puerta? “No vamos a decir nada hasta más adelante en el año –dice Richards. Sin duda la gente preguntará si grabaremos algo o saldremos de gira. Tal vez hablemos de hacerlo en forma diferente. Si lo sé, les cuento.”

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya